Tengo pensado un video desde abril. Es más, escribí el guion. Pero dadas las circunstancias de tiempo y lo demandante que sería mi súper grabación con 3 personajes y todo hecho por mí misma sola; debo asumir que simplemente no va a suceder.
Éste es el plan B. El plan B de lo que considero una salida de clóset. Porque muchos lo sospechan. Otros ya lo saben, pero presiento que la mayoría aún está en las sombras.
En abril no sólo pensé este video que no será. Pensé otra cosa. El video es la consecuencia de aquello.
Tan importante es que ha merecido el regreso temporal a esta bitácora que ya no funciona como tal.
Me voy de viaje.
Ésa es la gran cosa. Algunos dirán "y qué tanta weá?". Tanta weá es po. Es tanta weá porque representa el cumplimiento de un sueño. Y ustedes saben que cumplir sueños no es cosa de cada día (aunque debería).
Creo que interpreto el sueño de la mayoría de las personas cuando digo que viajar por el mundo es una imagen que se me aparece constantemente en la cabeza desde hace años y que me hace sonreír y pensar "ojalá algún día...". Ese día llegó para mí.
Dejar todo, agarrar una maleta, partir a recorrer. Suena lindo. Y es tan lindo como difícil, pero los sueños verdaderos suelen tener una agenda oculta que tarde o temprano terminan por imponer.
Cuando era chica pensaba mucho en el futuro, pero no recuerdo tener ideas relacionadas con viajes. Quizás viajar a Viña para las vacaciones era suficiente. Sin embargo, puedo admitir una fascinación por la idea del viaje desde como los 8 años. Recolectaba los folletos de viajes de LAN que había en el Almac de la Rotonda Atenas. Me los llevaba todos y los atesoraba. Especialmente los de Punta Cana. Qué lindo era. Parecía como un lugar perfecto para Luisa. Algún día...
La primera vez que me planteé un viaje serio fue en tercero medio. Había un programa de intercambio con Estados Unidos que, eventualmente, descarté por la barrera del idioma. En aquella época no tenía este dominio tan perfecto que tengo del chamuyenglish.
Quizás eso despertó algún deseo oculto. No lo sé. Pero sin duda mis ganas de viajar comenzaron a manifestarse de manera más intensa. Tanto es así que siempre el primer stand que visitaba en las ferias de la universidad era el de intercambio.
Me llevaba miles de folletos con los lugares a los que uno podía ir, las universidades, los programas académicos. Nada de eso me interesaba realmente. Yo quería viajar. Yo quería salir. Estudiar era el medio, la excusa. Algún día...
En el año 2004 (hace una década), se hizo realidad. Lo recuerdo como si fuera ayer. Fui a la oficina de intercambio a preguntar si es que habían nuevos destinos. Sabía que no me alcanzaría para viajar a Europa (mi intención era ir a España), así es que estaba dispuesta a irme a cualquier destino de Sudamérica. Pero las opciones dentro de la región eran pocas.
Gran sorpresa me llevé cuando me dijeron que era el primer año del intercambio con Argentina, que había postulado muy poca gente y necesitaban personas, así es que podía postular altiro para irme el segundo semestre. Esto fue en marzo.
Oki doki. Todo este proceso implicó muchas cosas y, tal como en esta ocasión, aquella vez lo mantuve en secreto hasta que quedaba muy poco.
Es mi cábala. Trato de mantener los proyectos en secreto durante el mayor tiempo posible. Y luego siento que se produce el momento de la apertura. Ese instante en el que uno debe contarlo al universo, decirlo a todos, para que esa energía humana de amigos y familia dé el impulso final que un proyecto de gran envergadura necesita.
Me fui a fines de julio un día lunes. Dos días antes había sido el segundo lanzamiento de Sin tinta ni papel.
Nunca había viajado en avión. Tenía 20 años y lloraba mucho en el aeropuerto. Pensaba que me había equivocado. Cómo se me había ocurrido creer que podía irme lejos de mi gente por tanto tiempo. Esto era un error.
Fiel a mi personalidad de eneagrama número 1, me decidí a mantenerme en el viaje porque de lo contrario tenía que devolver plata de la beca que, obviamente, no tenía. Tal vez sólo por eso me quedé. Si hubiera sido rica me hubiera devuelto el primer fin de semana, pero mis obligaciones para con todo lo que se había desplegado para hacer esto realidad, fueron mayores.
¡Y menos mal! Porque gracias a eso viví uno de los periodos más hermosos de mi vida. De clases no me pregunten porque sólo tomé 3 ramos. Iba a la universidad jueves y viernes 3 horas. El resto del tiempo me dedicaba a vivir. A estar allá, de viaje. Como siempre había querido.
Después de ese viaje mi universo personal se expandió. Sentí que podía volver a viajar cuando quisiera. Que no tenía límites. Que no era tan difícil como pensaba.
(Pero tuvieron que pasar 10 años más para vencer mis propios límites y mis propias excusas).
Luego de eso pude volver a viajar un par de veces. Siempre en vacaciones. Pero quería más. Así es que fui por mi nuevo intento de viaje a largo plazo: una beca para estudiar un magíster.
Estudiar no es lo mío, lo mío es viajar. Pero pensé: puedo hacer este sacrificio. Postulé con todos los papeles y recomendaciones, pero quedé cuarta en una lista de espera que nunca corrió.
Intento de viajar fallido número 1.
¿Qué otras maneras hay de viajar? Sólo se me ocurrían 2: ser rico o estudiar con una beca en otro país. Pucha. No soy rica, no me gané la beca. Cagué.
Pero mis deseos de viajar seguían ahí. Intactos. En el 2010 decidí hacer realidad ese sueño de infancia. No me alcanzaba para irme a viajar por el mundo, pero sí para ir a mi destino soñado: Punta Cana. Había llegado el momento.
Sobre mi viaje a Punta Cana lo saben todo. El mejor viaje de la vida entera. No tiene que ver con el destino en sí mismo ni con lo que vivimos; sino con lo que implica hacer un sueño realidad. De eso se trata. Del viaje. No del punto de llegada. Se trata de mirar por la ventana del avión, ver el mar turquesa, recordar todos esos folletos guardados en cuadernos. Y llorar. Llorar siempre es un buen signo.
El viaje a Punta Cana me tranquilizó por un tiempo. Pero mi monstruo viajero sólo estaba dormido.
Al tiempo después se me ocurrió una gran idea. "Voy a postular a LAN para ser azafata!!!!, así voy a poder viajar y recorrer el mundo". Dicho y hecho. Conseguí unos datos y mandé mi CV (como muchas veces había hecho antes sin éxito). Esta vez funcionó, me llamaron a la entrevista grupal.
Me hice a la idea de cambiar mi vida. Dije: voy a ser empleada, no me importa, vale la pena. Este sueño es demasiado grande y estoy dispuesta a pagar el precio.
Fui con mi mejor tenida y me fue como el hoyo. No quedé entre los seleccionados que pasaban a la segunda etapa. NOOOOOOOOOOOOOO. Intento de viajar fallido número 2.
Pucha. A estas alturas ya era imposible controlar la necesidad de viajar. Pero al mismo tiempo se vivía un período muy oscuro y negro. Es la época en que Tío Caco comienza a derrumbarse para siempre.
Es la época en que la herencia con la que hemos estado contando durante todos estos años de planear Tío Caco, se nos va como el agua entre los dedos.
Es una época porque no es un día. No es el día en que leo los documentos. Es después. Porque no me convenzo. No me convenzo ese día, no me convenzo ese mes. Sigo sin convencerme durante mucho tiempo.
Puedo hacerlo de otro modo tal vez. Quizás puedo insistir con el crédito que ya me han negado... No funciona. Me voy a la mierda.
Estoy en ese momento oscuro en que todo se derrumba en cámara lenta. Decidimos arrendar y surge la posibilidad de arrendar sólo una parte de la casa. Lo veo como un flotador: ok, me quedo con la otra parte y así le digo adiós a mi departamento sin traumas de por medio.
Adiós, pechocho.
Pero es un trauma igual. Tanto trauma es que me desdoblo la noche antes de la mudanza y el día mismo que llego a la casona (ex Tío Caco). Con mi mami, mi Dorita y mi Flavia enferma. Una noche de enero. Un 21 de enero. A Exactamente 3 años de haber recibido mi pechocho. Adiós, pechocho. Adiós viajes, adiós todo.
Comienza una nueva etapa dejando muchas cosas atrás. Con penas y con aprendizajes. Estoy de regreso en casa. Vamos a arreglarla. Vamos a prepararla para que vivir aquí sea más lindo. Comienzo a ver la luz. Aún no sé que la estoy arreglando para que la disfrute otro.
Ya estamos en el 2013. Es un invierno muy duro, pero con mi mamita todo es hermoso. Un día le digo "Mamá, no sé si estoy viviendo la vida que quiero". Mi mami me dice "Hija, a lo mejor está viviendo la vida que puede". No me conformo. No es suficiente para mí. Pero no tengo nada más por ahora. Mi mami se va en diciembre. El 7 de diciembre. Unos días después voy a un almuerzo de prensa.
A cualquier cosa en que haya comida gratis, voy.
Es sobre turismo. Básicamente sobre las ofertas de esta empresa para vender paquetes de viajes. El viaje, nuevamente...
Hablamos sobre viajes. Sé que estoy ahí como un instrumento de comunicación. Pero algo se vuelve a despertar en mí. Mis viajes dormidos en el corazón. Tío Caco ya no está, ya no sucederá el intercambio de viaje en la red de dueños de hostales. Ni siquiera sé si existe. Pero si no existe, yo la inventaría. Todos los dueños de hostales viajaríamos y nos alojaríamos gratis en los hostales de la red. Intento de viajar fallido número 3.
Quiero viajar. Quiero viajar demasiado. No son los paquetes ni los cruceros los que me seducen esta vez. Siento que he desperdiciado mi plata. Mi poca plata. La he usado en estupideces. Debería haberla usado en viajar. Le escribo a esta empresa para ver si podemos hacer algún canje. Contenido a cambio de viajes. Parece ser que va a funcionar, pero no. Intento de viajar fallido número 4.
Es año nuevo y en mi cuaderno anoto algunas resoluciones. Sólo dos se cumplen: ir al dentista y viajar.
Lo anoto genéricamente: viajar lo que más pueda. Después pienso: debo ser más específica. Viajar al Caribe, el 2015. Ahorraré todo el 2014.
Quiso el destino que en enero hubiera una gran oferta de viajes en LAN. Justo me depositan uno de mis sueldos. Si me compro un pasaje me lo gasto entero. Gano poca plata... YOLOOOOOOOOO. Me lo compro.
Estoy en Aruba con la Laura. Me cuenta de sus viajes, de sus historias, del día que llegó a Francia. Quiero viajar. Me dice "Yo sé que vas a viajar". Yo también lo sé.
Pero tengo una excusa en mi corazón: el dinero. Sólo los ricos pueden viajar. Seamos sinceros: nunca podré ahorrar la cantidad de plata que necesito para viajar. Es imposible. Simplemente es algo que no va a suceder.
Ya no tendré un hostal, no soy azafata, no escribo para una empresa de viajes, no puedo ir a estudiar al extranjero. Se ve que voy a tener que tomar el toro por las astas, porque ya no puedo aplazarlo más. Debo cumplir mi sueño de viajar y debo hacerlo por las mías. No va a funcionar de otro modo. Nadie me va a contratar, nadie me va a ofrecer un súper proyecto; debo hacerlo yo. Debo crear mi súper proyecto. Lo voy a hacer.
Es abril del 2014. Estoy en mi escritorio, mi escritorio enorme. Una de las pocas cosas que conservaré. Y entonces un rayo ilumina mi cabeza: todo lo que hago aquí (mis trabajos freelance) los puedo hacer en cualquier parte del mundo. Pero necesito un ingreso fijo, porque mis clientes se pueden caer en cualquier momento... Arrendar. Arrendar la parte de la casa en la que vivo. Arrendar este lugar que está, aún, en proceso. Que está cada día más lindo. Postergar la piscina. La piscina será en otra oportunidad. Vamos a terminar la casa. Vamos a terminarla, voy a arrendar, con eso y otros trabajos más la hago.
No necesito más. Eso era. Me voy.
Me voy a recorrer el mundo. Comienzo por América. Me voy a recorrer América todo el 2015. Me voy el 6 de enero.
Voy a cumplir mi sueño.