Mi perorata sobre los hoyos de Santiago queda postergada ante un tema más... cómo decirlo... sabroso.
La elección de Lavín como alcalde para el período pasado no era lo peor que podría haberle ocurrido a la comuna de Santiago Centro... detrás de las sombras aguardaba un personaje siniestro, oculto entre la apariencia del "asopamiento", esperando para asestar el golpe. Su carita no lo delataba, hasta ahora. Hasta ahora que mostró sus garras.
Salido directamente de los pasillos de canal 13 y de Chilevisión, producto de muchas noches de ronda fallidas y con más amigas y amigos que nunca, Radul Alcaíno dejó pagando a Shshchahulshon (hay que ver también el apellido, ¿no? muy complicado) y se hizo con la victoria el año pasado. A pesar de la necesidad de mantener una buena imagen para no embarrar el "buen" estado del municipio, no dejó ni que llegara el 2005 para comenzar a golpear con su mano dura.
Yo lo hallaba bien lerdo y torpe (no he podido revertir esa imagen) y, probablemente por eso, no me imaginé que podría ser tan déspota (aunque no ilustrado).
El 30 de diciembre, si mal no recuerdo, se produjo el primer revés de chaqueta. Después de muchas reuniones con los trabajadores pertenecientes al programa de los "pololos" municipales en que les prometió, me imagino y así ellos dicen, mejores y más oportunidades y etc, etc, etc; despidió a alrededor de 500 de ellos. Ninguna protesta pudo revertir la decisión.
Sí, un día antes de la víspera del año nuevo. Sí, después de haberlos comprometido con su voto. Es que ni eso se respeta.
Ahora, hace un par de meses cuando mucho, le dio por sacar los contenedores de basura. Su argumento era que los vecinos de Santiago debían aprender a no sacar sus desperdicios diariamente, sino que a tener un "orden" y hacerlo cada tres días o semanalmente, algo por el estilo.
Tuvo que recular con todo y reponer la mayor parte de los malditos contenedores. ¡Es que la comuna estaba llena de mierda!
Ahora su mierda se trasladó al sector cultural. La idea es cerrar el Teatro del Puente, que está en uno de los tantos puentes de Santa María (obvio), para convertirlo en un paseo peatonal. Un asqueroso paseo peatonal. Y es que no hay nada peor que mucha gente caminando por un lugar determinado para caminar. ¡Las caminatas deben hacerse libremente!
Nunca fui al Teatro del Puente, incluso si se salvara no iría, pero de todos modos me gusta mucho más la idea del intelecto de los espectadores dando zancadas a través del escenario y tomando aire fresco.
Aire fresco y muchísimo más real que el que se puede recibir en un paseo peatonal que mide un par de metros y que sólo ofrecería un achoclonamiento más dentro de esta ciudad atestada de gente que toma el sol para fundir sus neuronas.
2 comentarios:
Y tb quiere sacar a los dibujantes de la Plaza de Armas de Santiago no??
amargada
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