20 de diciembre de 2005

Alguien (Categoría: Triste. Como dice una amiga del alma)

Esto es así

Yo compartí un parque con alguien, un tiempo, un tiempo bueno. Cuando crucé la avenida y quedé de este lado de la calle, solía sentarme en la banca que miraba hacia donde alguien había quedado.

Alguien se sentaba también en una banca similar que miraba a la mía.

Un día crucé de nuevo la avenida para compartir el parque. Pero debí regresar a mi lugar...

Acá también hay un parque. Alguien quiso venir en algún momento. Pero se desgastó de tanto mirarme desde la banca y ya no quiso intentar cruzar.

Eso fue hace 200 lunas. Alguien siguió mirándome desde la banca un tiempo. Yo también miré. A veces me dio rabia y dejé de sentarme para que alguien no pudiera saber si yo estaba. Alguien en ocasiones hizo lo mismo.

Pero ésas fueron mis excepciones. Cuando alguien se sentó en la banca del frente, yo quise 1) cruzar y 2) hacerlo cruzar; no funcionó, pero yo siempre quise cuando lo vi al frente: sentado como yo.

Alguien, en una de estas ocasiones en que evitaba la banca, desapareció. Yo con máscaras lo encontré, aunque siempre desde este lado de la avenida. Alguien a esas alturas ya era medio de piedra.

Para acortar el trecho de pavimento, mandé cartas, muchas cartas: "Querido alguien: en mí el tiempo no pasa, de este lado no hay olvido. Por favor. Si tú... a lo mejor. Saludos. Yo". También contraté bandas sonoras enteras. Alguien no respondió nunca.

Siempre, siempre, siempre al verlo aparecer, levanté mi mano en señal de saludo. Alguien fingió no verme. Muy pocas veces respondió con su mano cansada.

Desde mi banca es difícil ver a alguien y hacer como que no está. Pero alguien ya es así. Y ocurrió que aquel día en que yo no levanté mi mano, alguien tampoco lo hizo. Así como llegó a su banca, se fue.

Para que no pase más, decidí cerrar los ojos. Si alguien aparece y no levanta su mano, no sabré que estuvo. Si aparece, y la levanta, mis detectores de saludos sabrán avisarme que alguien está y yo responderé.

De las 200 lunas que han pasado ya
  • 150 he querido que alguien quiera.
  • 10 quemar la banca para siempre en alguna protesta.
  • 5 sentarme como siempre y que no importe que alguien venga y se siente como nunca.
  • 35 cruzar la calle y ver qué pasa sin la avenida de por medio.

Pero era más fácil cuando habían pasado 30, 40, 50 lunas. Ahora no.

Ahora voy todos, todos, todos los días a la banca y me siento con los ojos cerrados. A veces los abro para ver si hay alguien ahí. Por suerte hay vacío al frente, hasta ahora. Quizás alguien quemó la banca de ese lado y la usó en una protesta. Aunque el mejor sueño, aún incluso después de 200 lunas, es que alguien esté también con los ojos cerrados, y ésa sea la razón de que no nos hayamos visto.

Si eso fuera así, tendría una historia de parques felices, y como los parques son una reverenda bosta, de seguro esto seguirá como la mierda.

2 comentarios:

Tomás dijo...

Paff.

Y me maté.


Lu, qué golpes...ø

patricio mujica dijo...

El silencio que sale de mi memoria es todo lo que puedo regalarte ahora, querida. A veces siento que cualquier cosa que pueda decir te caerá como la mierda, y he preferido callar. Yo estuve allí.

Besos,
Yo.

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