1 de julio de 2007

Premonición (serie "Relatos ficción")

Ésta es la historia de una mujer que vivía en un mundo de fantasía y que pertenecía al 10% más rico de un país llamado eufemísticamente "en vías de desarrollo", más conocido como Chile tercermundista.

Me tocó conocerla por las necesidades académicas y capitalistas que me obligaban a tener que vender mi fuerza laboral en aquellos "lejanos" tiempos para poder titularme y pagar las cuentas de mi madre.

Era una mujer no distinta, sino que opuesta a mí. Ella floja, mediocre, abusadora. Yo eficiente, responsable y excelente. Y a pesar de ello teníamos que compartir la misma ínsula, gobernada por Sansho Pansha, un hombre que frente al pueblo de al lado decía una cosa, pero que frente a nosotros mostraba sus garras dictatoriales.

Mis días transcurrían bajo su yugo misógino, siempre limpiando sus errores y haciéndome cargo de cosas que no me correspondían; como instalar las nuevas cortinas de su palacio, muy lejos de la ínsula que compartíamos, o hacer favores para sus vástagos; una tropa de malcriados que algún día serían los verdugos de mi tropa de bien criados.

Al principio las cosas eran diferentes. La mujer no había mostrado su verdadero rostro y trataba de convencerme de ser su amiga. Yo, astuta y excelente como ya dije, pude preverlo tras una semana de contacto y poner una coraza que jamás lograría penetrar.

Trataba de comprarme con sus historias marginales, tratando de hacerme creer que veníamos del mismo sitio. Pero yo he vivido 20 años con el sueldo mínimo y con peleas a combos al lado de la cama. Quería que yo viera en ella mi futuro porque ella había sido como yo. Pero a mí me han cortado la luz, el agua y el teléfono y mi casa ha salido a remate en los diarios. Me miraba con sus ojos grandes para que viera en ellos mi rostro. Pero mi padre ha sido sapo de micro, mi madre vendedora de teléfonos públicos y yo promotora de tarjeta París.

Nada hay que nos una, salvo la extensión del correo elecrónico.

Cansada de sus intentos y de mi indiferencia, intentó conquistarme a través de lo que me interesaba y de los proyectos que yo hacía. Pero mi boca era mi tumba. "Cómo van las cosas". "Bien". Y nunca pasé del bien o del "trabajando harto". Mi mundo fuera de la ínsula era intocable para ella.

Sin embargo sus perversos pensamientos seguían intentando romper mi resistencia y buscó una nueva treta: traer a la ínsula a aquéllos que me caían bien, aquéllos que yo admiraba y aquéllos que trabajan como yo, luchando por sus proyectos personales.

Pero eso duró tan poco que ni siquiera alcancé a pensar en que tenía una noble intención. La vida de esas personas, sus ideas y sus logros, siguió estando opacada por las grandes fiestas y los grandes eventos del 10% más rico; además de los que metían ruido tras nuestras fronteras.

Ella siempre añoraba lo que estaba más allá, el modo en que hacían las cosas en Platina, en Hispana, en Estados. Todo era la crítica, la pretensión, el aparentar mirarnos a nosotros, el 90% que construye país. Falso. Sus ojos apuntaban siempre a los que eran como ella o los que "eran más" en un sentido tan pobre, como todo lo que pensaba y hacía a diario.

Su discurso comenzó a hacerse promarginal, pero de un modo patético. Cada vez que oía sus palabras sentía ganas de arrojar sobre ella la violencia de mi vómito, sobre aquella ropa traída desde tierras lejanas y esos zapatos altos "que un día usarás, porque antes yo era como tú y tampoco usaba".

Yo no soy como ella.

Tiempo después empezó a desaparecerse y yo me hice cargo de gran parte de lo que ocurría en la ínsula, hasta que Shansho Pansha pensó que debíamos hacer otra cosa, que necesitábamos más. Y nos dio más y nos dio más. De aquello y de lo otro.

Llegó más, y vi en sus ojos el mismo brillo de aquella vez que me conoció. El mismo deseo de compañía, la misma necesidad de encontrar a uno que fuera así, y el mismo despliegue de recursos para atraer hacia ella lo humano que había en más.

Más parecía distraído y yo también mostré mis armas para prevenir su caída. No sé si me escuchó ni si comprendió mi mensaje. No alcancé a saberlo.

El día que empezamos con más, ella no estaba. No se apareció. Entonces dije "no más" y la maté.

Ahora yo estoy en la ínsula con más. Un pequeño paso para mí, un gran paso para el 90% que es como yo.

4 comentarios:

°°Janekeo°° dijo...

Ay ay ay!!!


quién es?


jajaj ya besos de desvelo cabra patipelá aún :-p

pq con chequera o no eres una patipelada amiga mía =)



besos lu te quiero q te vaya bien donde te vayas....


se despide la mujer que teje

Anónimo dijo...

Ufffffffffffffffff
nada mas .fuerte
un saludo

Marulista dijo...

JJAJAJA


PATIPELADA COMO TODAS NOSOTRAS

Fazdelatierra dijo...

jajajajajajaj. que alivio leerlo, ojalá no fuera ficción Je eje

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