26 de marzo de 2009

Pasión y disciplina

Pasión y disciplina, dos actitudes de vida que cuando coinciden logran cualquier cosa.

La pasión es la pasión simplemente. El fervor interno por algo o alguien, la movilización de cada célula del cuerpo en pos de aquello. Una movilización que puede ser física y mental, y cuando digo física quiero decir más bien "accional", más bien capaz de generar acciones. Cuando digo mental quiero decir el simple deseo de hacer o decir, la imaginación de las situaciones, el germen, pero no necesariamente la concreción.

La gracia es juntar ambas siempre. El querer con el hacer. El desear con el lograr. Imaginarme haciendo para luego hacerlo. Es entonces cuando entra esa mujer altiva y sin sentido del humor: la disciplina.

Ay dios. La disciplina. Mi enemiga número uno, o mi ex enemiga número uno en realidad. Ésa pérfida que me hacía sentir culpable por no estudiar y me amenazaba con echarme los ramos... por suerte siempre he sido más astuta.

Pero ahora nos llevamos bien o un poco bien. La disciplina me mantiene a raya de mis excesos y mis desbandes. De esa pasión desbocada que me caracteriza por todo aquello por lo que daría mi vida y más. Por ese desenfreno de dejarlo todo y partir a la aventura y de querer cortarme la cabeza cuando estoy resfriada y de pensar que llegó mi hora de morir cuando me da por casi desmayarme en las micros.

Me encanta vivir en la exacerbación de las emociones, principalmente de las positivas. Pero también me encanta pensar que me muero cuando me enfermo. Es divertido. Es una posibilidad en la que no creo porque no creo en la enfermedad, pero me hace gracia.

Yo vivo y muero sobre mi convicción paroxista de que la vida se tiene que vivir así, apasionadamente. Ahora, tengo mis fallas en la concreción de ciertas cosas gracias a esa perra de la disciplina que me ha hecho sentar cabeza. Que me ha dicho: uno no debe dejarlo todo de un día para otro, uno debe hacer ciertas cosas, uno debe... Ta bien. Ya a estas alturas es tiempo de agachar la cabeza y decir "gracias por tus dones de orden y por pertimirme poner las cosas en perspectivas".

Es por ello que mi vida ha cambiado para bien. Me levanto temprano sin dificultad porque... me duermo temprano. Tras 25 años de insomnio extremo y dificultades para conciliar el sueño pasadas las 22:00 horas, descubrí que todo es, finalmente, voluntad. No es que me acuesto y digo "duérmete" y me duermo; no, pero es más fácil cuando sigues un ritmo de trabajo intenso durante el día, para luego descansar. Hay que descansar. Trabajar 18 horas no es útil. Dejar el desayuno para las 12 no es saludable. Me levanto, me preparo y tomo desayuno con abundante azúcar. Ergo... rindo. Rindo tan bien que puedo apagar mi pc a las 18:00 horas, como cualquier trabajador normal (de paso honrando mi contrato con mi cliente estrella, por supuesto), puedo ir a mi caminata tradicional escuchando mi reguetón hermoso, puedo regresar, tomar mi once, salir con mi amiga personal Cintia de Martin o con aquel "más que un amigo" que sabemos. Luego regresar a casa y (la mayor parte de las veces sin desmayarme en la micro), cenar tranquila, ver mis series buenísimas porque yo amo la tele, salir a buscar a mi Dorita mi gatita hermosa que yo la quiero mucho, apagar la tele a las 23:00 horas (nótese la tempranitud extrema) y dormir unos 20 minutos después de eso.

Y claro... despertarme mucho porque la Dori me camina por arriba de la cabeza y la guata, pero dormir al fin y al cabo. Y al otro día, a las 8:40 despertar, prender la tele, a las 9 salir de la cama y etc, etc.

Mi rutina ideal de trabajo al fin en funcionamiento. El tiempo organizado perfectamente para que todo fluya. Y los quiebres también, por supuesto, días donde no se hace nada de esto sino "otras" cosas.

Tengo pasión por los negocios, sinceramente, amo la especulación y las posibilidades infinitas de invertir y hacer crecer el capital. Amo la empresa como organismo, la microempresa esencialmente y sus horizontes para ser la gran empresa. Me apasionan mis planillas de excel donde vemos cuándo es mejor invertir y cuánto, cuáles son los gastos asociados. Siento pasión por las cifras monetarias.

Me apasiona mi música y sus efectos. Las canciones de Luis Miguel, ésas que sabemos, el reguetón, ofcors, Bon Jovi, Matchbox, siento que hiervo por dentro cuando voy caminando, ordenando mis ideas y pensando en tantas cosas al ritmo del Cangry. Siento que las canciones son todas mías para mí, que la música no es más que eso al fin y al cabo: una fiesta interior. Una fiesta de goce extremo y disfrute. De pasión.

Mis amigos son otra pasión, sus historias, sus sueños, nuestros sueños, nuestras vacaciones en Barcelona, los caquis, las anécdotas, la playa, las onces.

Mis mascotas y su alegría.

La gente nueva, los que no me despiertan neofobia sino "otras" cosas. La pasión dormida que se sacude y aflora de nuevo. El amor después del amor.

Todo el día es apasionante, todo día tiene su afán. Y todo esto es un gran caos que se aplaca y disfruta más con la disciplina de poder con todo bajo ciertas pautas.

Me ha costado mucho disciplinarme porque yo soy como un tsunami que lo quiere todo rápido y no duerme para conseguirlo, una mezcla no muy buena de pasión y urgencia que, después de todo, es prácticamente lo único que conozco (y me encanta). Pero ya me estoy acostumbrando a las pausas, los silencios, el equilibrio, el cuidado del organismo, la tranquilidad, el ocio. Esa manera tan particular de vivir la vida en el ahora, pero sin creer que todo se puede desmoronar en un segundo y, por lo tanto, proyectando como un arquitecto con un plan de obra en el que hoy se ponen los cimientos y recién en tres meses, se pinta la casa de rojo.

1 comentario:

Cintia de Martin dijo...

a mí me pasa al revés, disciplina, pero 0 pasión
en fin, jajajajajajajaa
ando cagá de la risa, y no sé por qué ayuda, parezco loca

Relacionados

Blog Widget by LinkWithin