Mi visión del voluntariado

De la DOS (Divisiónde Organizaciones Sociales del Estado) me hicieron esta entrevista que saldrá en el boletín de voluntariado. Acá la reproduzco entera porque en el boletín irá un extracto y no quiero que se pierda mi genial pensamiento. Es respecto de mi trabajo en Moviliza, donde doy el taller de poesía para personas en situación de calle.

¿Cuáles son tus motivaciones para trabajar como voluntaria dentro de Moviliza?

Me interesó la posibilidad que me dio Moviliza de realizar un taller de poesía, pues en otras instituciones no es muy apreciado debido a que se trata de contenidos más formales que requieren escribir y mantener una metodología al hacerlo.

¿Cuáles son los valores que te llevan a trabajar como voluntaria?

Para mí el voluntariado es una obligación social. Es el modo en que quienes hemos sido afortunados de vivir en un país que nos ha dado educación, agradecemos esa posibilidad colaborando con quienes no han tenido los privilegios que nosotros. Aunque suene extremista, mi visión apunta a que todos quienes han tenido educación superior, de cualquier tipo, deben realizar voluntariado... sin excepciones.

¿Qué situaciones de voluntariado han sido favorables y reconfortantes para ti dentro de Moviliza?

Lo más reconfortante ha sido el cariño que quienes asisten le han tomado a la poesía. El hecho de que algunos de ellos hayan querido escribir fuera del taller, en otros espacios de su vida, y compartir con los demás esa labor, ha sido lo más importante en este camino junto con “Calle esperanza”, el libro que estamos editando.

Como voluntaria, ¿qué desafíos crees que tienes con la sociedad?

Un desafío importante es poder comunicar a mi entorno sobre la obligación que recae en todos respecto de los problemas de la sociedad. Cuando la educación está mal, yo asumo la responsabilidad que me toca desde mi lugar. La comodidad se ha apoderado de la mayoría de las personas que creen que los gobiernos son los llamados a solucionar los problemas, cuando la verdad es que somos nosotros porque este país es nuestro. Pero convencer a una sola persona de esto es una tarea titánica. Diría que casi imposible. Así es que cuando quienes están alrededor no responden, es mejor seguir dedicado a lo nuestro y apoyando las iniciativas que ya existen. Personalmente me he planteado hace algún tiempo el desafío de difundir la educación financiera para formar jóvenes con mayores libertades en cuanto al uso del dinero. Espero que este proyecto prospere y se expanda.

¿Cuáles son las razones para trabajar como voluntaria con Personas en situación de calle?

Cuando me comprometo a realizar un voluntariado, la verdad es que no pongo mucha atención en la situación de las personas que integran una fundación o una corporación. Me basta con saber que hay una necesidad, en este caso espiritual para fomentar las artes y la creación, y si puedo aportar en ello, perfecto. Lo que me interesa de trabajar en Moviliza es que se atienden adultos y a veces nos olvidamos un poco de ellos. Los niños y la tercera edad están cubiertos por los sistemas de protección, pero los adultos no, así es que más que la realidad de calle de ellos, me interesa que son adultos en busca de nuevas oportunidades en la vida.

¿Qué consejo o llamado podrías hacerle tú a los jóvenes chilenos?

Un llamado a abrir los ojos, despertar del letargo y asumir que la sociedad somos todos. Que cuando los resultados del Simce dan vergüenza, mueren personas cada día en el Hospital de Talca o en el invierno tenemos que abrir el Víctor Jara para acoger a las personas que no tienen un techo; somos todos y cada uno de nosotros los que tenemos que agachar la cabeza y sentir dolor por el país. No es el gobierno de turno, ni las instituciones, ni los demás, somos nosotros. Hay una despersonalización de las responsabilidades, una tendencia a pensar que la vida es lo que compete a uno en términos de sus estudios, su trabajo, su familia, sus amigos, sus posesiones materiales. Y no es así, la vida es más amplia que eso, involucra el rol personal dentro de la sociedad que ha permitido que uno tenga estudios, trabajo, una familia, amigos y posesiones materiales. La individualización de la sociedad no me parece negativa en el sentido de que, en efecto, para muchas cosas luchamos solos y las conseguimos sin ayuda, pero el principio central acá es que nacimos en un país que nos permite el esfuerzo, aunque sea. Hay educación mínima garantizada, aunque no sea la mejor, y eso es mucho más de lo que puede decir más de la mitad de la población en el mundo. Por lo tanto por ese hecho solo, es una obligación devolver la mano. No hay que dejar de criticar al sistema, porque debe hacerse cargo de lo que corresponde, pero juntarse con los amigos a enumerar todo lo que se hace mal en el país y luego irse a casa a dormir es estéril y falta el respeto de todos quienes trabajan día a día aportando con lo suyo.

Estamos camino al Bicentenario, ¿cuál es el sueño tuyo como voluntaria para el 2010?

Mi sueño es un voluntariado masivo, donde todos aporten su conocimiento, su tiempo o su dinero si es eso lo que tienen. Lo que sea. Mi sueño es que todos, no sólo los jóvenes, también los niños y los adultos, comprendan aquella frase que dice “lo que das regresa a ti con creces, mientras que lo que no das, te lo quitas”. Ojalá se entienda la felicidad de dar desde una perspectiva humana. Muchos piensan que este pensamiento radica en la religión y no es así. Dar es un acto humano. Y como aquello que recibes es mucho más grande que lo que diste, quienes deseen verlo como un intercambio dar-recibir, pueden hacerlo perfectamente y el modelo sigue siendo efectivo. Ojalá que en el Bicentenario de Chile no celebremos al gobierno ni sus logros, sino los nuestros, los que se ven en el día a día con la gente que está haciendo las cosas en la calle, las grandes y las pequeñas, con la gente que mete las manos en la masa, que da clases, que va a las poblaciones, o que convida un pedazo de pan a quien no tiene en su barrio; porque eso, a fin de cuentas, es lo que construye el país.