4 de agosto de 2009

Tapita a las universidades no tradicionales (y que no les funcione nunca el lobby, por favor diosito te lo pido)

Para comenzar a hablar sobre este tema tenemos que hacer algunas aclaraciones.

Las universidades de Chile están divididas entre las pertenecientes al Consejo de Rectores y las no pertenecientes. Coloquialmente a las no pertenecientes, les decimos privadas, sin embargo esto es incorrecto pues dentro de las pertenecientes también hay privadas aunque pocas. Es por ello que la siguiente columna se refirá a las tradicionales (pertenecientes al Consejo de Rectores) y las no tradicionales (no pertenecientes al Consejo de Rectores).

El Consejo de Rectores es una entidad nacida en la década de los '50 para aglutinar a las universidades de aquel entonces. Algunas personas piensan que habiendo dejado atrás el Siglo XX y dada la existencia abrumadora de universidades no tradicionales, el organismo debería ampliarse y darles cabida o sencillamente desaparecer para dar paso a otro más "integrador".

Lo paradójico es que el conflicto de las últimas semanas se produjo al interior del Consejo de Rectores mismo sin interferencia de las universidades no tradicionales. Por qué, porque como les decía el Consejo es mixto: hay universidades del Estado y otras privadas. Podemos decir que por el Estado la cabeza es la Universidad de Chile (la Chile), mientras que por las privadas se alza la Pontificia Universidad Católica de Chile (la UC).

Históricamente, todas las universidades tradicionales sin distinción reciben aportes del Estado y sus estudiantes tienen acceso privilegiado a condiciones de pago y créditos estatales y privados por pertenecer a estos planteles. Esto debido a la excelencia académica de estas instituciones, entre las que destacan prácticamente todas, salvo un par de excepciones como en todo.

Sin embargo, la Universidad de Chile desea exigir un aporte diferenciado que discrimine, de entre las universidades tradicionales que integran el Consejo de Rectores, entre estatales y privadas. Algo que nunca se había hecho. En otras palabras, propone que unidades como la Chile, la Universidad de Santiago, la Universidad Tecnológica Metropolitana y otras, tengan mayores aportes que sus pares privados como la UC y todas las otras católicas a lo largo del país.

Víctor Pérez, rector de la Chile, abre con este planteamiento la caja de Pandora, porque hasta ahora nadie se había planteado la posibilidad de que dentro de las universidades tradicionales se hicieran diferencias a causa de su propiedad u origen.

¿Es esto justo? Lo es, pues las universidades tradicionales que son privadas, reciben aportes de otros flancos que las estatales no poseen. La misma UC está apuntalada por dineros de la iglesia y el empresariado, como es obvio. Y eso está bien. Eso permite dar más becas que las demás y tener una gestión mejor financiada.

Es justo, en este contexto, que las universidades del Estado que no reciben aportes extraordinarios per se (obviamente reciben, pero no necesariamente son permanentes) sean beneficiadas por mayores recursos públicos. Por supuesto.

El problema es que esta idea no le cae nada de bien a la UC y sus pares privadas porque como suele suceder en los países subdesarrollados, la diferenciación no apuntaría a inyectar mayores recursos en un lado, sino a sacar de aquí para poner allá; lo que obviamente perjudicaría la gestión de estos planteles pues el tener otros aportes permanentes no significa que el Estado deba desentenderse del apoyo financiero dado que prestan educación de excelencia en un país donde muy pocos llegan a ser excelentes.

Este pánico escénico lleva a Pedro Pablo Rosso, rector de la UC, a formar y liderar un conglomerado paralelo de las universidades que son tradicionales y privadas llamado Cruz del Sur con el objeto de hacerle el peso a las tradicionales y estatales que quieren más recursos.

Hasta acá una pelea común entre el estado y los privados dentro del mismísimo Consejo de Rectores. ¿En qué momento la cosa se pone peliaguda? Cuando Rosso y sus secuaces comienzan a hacer lobby para crear una nueva institucionalidad que vendría a agrupar una nueva categoría de universidades. Ya no tradicionales o no tradicionales ni privadas o estatales. Se trata de las universidades acreditadas.

Antes de proceder, cabe explicar que la acreditación es un modelo de estandarización de la calidad en enseñanza que permite determinar si tal o cual plantel universitario está en condiciones de brindar educación de buen nivel. Sin embargo no ha estado libre de cuestionamientos, pues lo que mide deja bastante que desear y además es bastante flexible respecto de cómo las universidades que no han sido acreditadas en una primera etapa, pueden subsanar esta situación.

La acreditación no es un modelo reconocido íntegramente por la sociedad chilena como efectivo y eficiente al momento de determinar que una universidad sea, en pocas palabras, una buena universidad. Es deficiente, es poco transparente y es indulgente con errores graves que cometen algunos planteles puertas adentro.

Por ello la sociedad completa debe oponerse a que siquiera se escuche hablar de la posibilidad de que sea esta acreditación otorgada por el Ministerio de Educación, la que articule en torno de sí misma una nueva red organizativa de universidades donde, francamente, cabe de todo.

Ésa es la gran cagada que se está generando subterráneamente. En lo personal, me opongo firmemente a que las universidades no tradicionales tengan algún lugar dentro de la institucionalidad universitaria nacional. Ellas quieren entrar a toda costa por el dinero, para poder recibir aportes del Estado y que sus estudiantes tengan acceso a condiciones favorables de pago y créditos blandos. Pero así no es como funcionan las cosas en el libre mercado. En el libre mercado los organismos estatales son los que reciben financiamiento, no los privados; y las universidades privadas que integran el Consejo de Rectores y que, por lo tanto, son beneficiadas con recursos estatales, es porque han demostrado durante 100 años (algunas más otras un poco menos) su aporte en la educación de quienes alcanzan esa instancia. Poseen un filtro de ingreso que podemos cuestionar, pero que es estándar, conocido por todos y capaz de predecir con un buen margen de presición la posibilidad de los estudiantes de mantenerse en la universidad y sacar sus carreras con éxito.

Ahora resulta que universidades creadas hace menos de 30 años, al amparo de la dictadura, con orientación al lucro y una calidad de enseñanza que da risa incluso a sus mismos alumnos (todos tenemos a algún conocido de las Américas que nos ha dicho en nuestra propia cara que su educación ha sido un chiste), quieren también sumarse a la repartición de dineros que el Estado realiza.

Son universidades sin tradición, con muy mala infraestructura, con docentes poco preparados, sin investigación científica y social, con mala reputación, que únicamente implementan carreras "baratas" de dar como son todas las del área humanista y sociocultural, que han provocado un desastre de marca mayor en el mercado laboral de las mismas, que han lanzado al mundo del trabajo a profesionales que no saben escribir, que no saben hablar, que no saben pensar, que al llegar a sentarse a una misma oficina al lado de un profesional emigrado de una universidad tradicional, no han podido más que sentir vergüenza por el tipo de educación recibida... únicamente si es que esa educación ha sido capaz de inculcarles pensamiento crítico capaz de notar esta diferencia evidente.

Aquí quiero realizar un paréntesis para hacer una importante distinción entre los "clientes" de las universidades no tradicionales. Quiero dejar en claro que así como hay gente que por el sólo hecho de tener dinero estudia y luego trabaja en las empresas de papito, hay otros muy buenos estudiantes, esforzados, trabajadores y dedicados que por distintas razones no han logrado ingresar al sistema tradicinal universitario, y que ante la realidad social en la que si no vas a la universidad no eres nadie, han optado por ingresar a alguno de estos planteles de baja calidad. Son personas a las que les ha costado financiar sus estudios, que sabiendo que no estaban recibiendo la mejor educación, han provechado al máximo lo que les han entregado, y hoy son profesionales muy valiosos que conservan sus valores y que han probado su calidad donde se ven los gallos: en la cancha. Y para ellos mis respetos porque además de pelear como todos en el día a día, deben hacer a un lado los prejuicios que hay respecto de donde estudiaron y demostrar con el doble de empuje lo que valen. Son pocos, pero los hay, y para ellos en su calidad de personas y profesionales destacados, no tengo ninguna crítica. Esto, de todos modos, no anula mi visión sobre la calidad de las universidades no tradicionales, sólo aclara que dentro de ellas hay quienes merecen respeto y admiración al igual que en las tradicionales.

Regresando al punto que nos convoca en esta columna, me permito recalcar la idea del funcionamiento del libre mercado en el que las instituciones privadas no reciben fondos del Estado salvo... en las contadas ocasiones en que son capaces de hacer de mejor manera el trabajo del Estado. Ejemplo de ello son las licitaciones a empresas privadas para que realicen ciertas labores en las que han probado ser mejores que los equipos que integran los organismos fiscales. Y eso está muy bien.

La pregunta es ¿han demostrado las universidades no tradicionales que son mejores que el Estado para educar al país? Casi no merece respuesta la pregunta.

No sólo no lo han demostrado, sino que ha sido probado en terreno que lo hacen tristemente muy mal y que no tienen intenciones de hacerse cargo de lo que realmente hace falta en el país, para que entonces el Estado diga que sí las necesita.

¿Necesitamos más abogados, periodistas, historiadores, profesores de castellano e historia, actores, bailarines, psicólogos, escritores? No. Pero es barato enseñar a hacer esto porque sólo requieren una sala y profesores.

Lo que sí necesitamos: profesores de ciencia, científicos, médicos, dentistas, astrónomos... no son formados en las universidades no tradicionales porque es caro. Porque implica infraestructura, inversión, compromiso con el país. Salvo contadas excepciones de planteles que están dictando medicina, odontología y ciencias.

¿Necesitamos las bibliotecas más grandes de América Latina que no contienen ciertos libros porque pueden ser "perturbadores" para los estudiantes? No. Necesitamos la disposición completa de libros, aunque sea sobre estantes de cartón, pero que estén. No la censura.

Cuando las universidades no tradicionales se comprometan de verdad con estos principios y dicten carreras de verdad como las tradicionales hacen, y dejen de lanzar al mundo profesionales poco capacitados que elevan la cesantía y generan un clima de sueldos irrisorios para todos (los buenos y malos), entonces podremos sentarnos a conversar y ver de qué modo el Estado los puede ayudar a que haya más médicos y profesores de ciencias.

¿Por qué el Estado los habría de ayudar a que salgan más periodistas que no saben escribir ni hablar? ¿Por qué?

No tiene razón de ser.

Mi apoyo al financiamiento de universidades no tradicionales únicamente considería el aporte a carreras de baja demanda y que son necesarias para el país en su totalidad. En cualquier caso apoyo el financiamiento de educación técnica, que lo necesita realmente.

Mientras las universidades no tradicionales sean una caricatura en busca de la rentabilidad, deberán seguir solas en su camino, porque la sociedad chilena no está dispuesta a financiar el circo de los más ricos ni la perdición de jóvenes en busca de un sueño que no es tal.

El paso parece inevitable, sin embargo, y si el lobby da resultado y la aglutinación de universidades en torno a la acreditación llega a ser realidad; no podremos sino llorar por un Chile menos desarrollado cada vez, incapaz de pensar en calidad y en el futuro, arrodillado frente al poder económico y sufriente por la imposibilidad de ser la copia feliz del edén.

4 comentarios:

Cintia de Martin dijo...

CHAN CHAN CHAN
Gracias por escribir son
bre el temita que te pedí. Todo surge por el susto que le dio a Rosso, ojo! q desmintió que quería lo que tramaba, viejo zorro. jajaja- Y también porque descaseteando el asunto que tú sabes, los expertos intentaban llegar a un consendo en el tema, lo que noté es que entre ellos hay harta disposición a ampliar el CRUCH, es raro, ellos deberían saber de estos temas. En fin. Veremos qué pasa, porque al final nosotros no tomamos estas deciones, o sea, sí, así q no voten por Piñera. jajajaj ni por ninguno.

Luisa Ballentine dijo...

Probablemente la ampliación del Consejo traería nuevos capitales que financian actualmente a las universides no tradicionales y que estarían dispuestos a soltar plata para todas, y acá todo el mundo mueve el potito por la plata.

El punto es que la ampliación del Consejo y la agrupación de las universidades en una nueva entidad, haría que todas tengan la misma reputación porque por algo todas están en el mismo conglomerado, entonces la gente dejaría de pensar que estudiar en la de Los Andes no es tan bueno como estudiar en la Chile. Se olvidarian que la de Los Andes tiene una biblioteca donde están vetados los libros que el Opus Dei encuentra peligrosos.

No habría manera de distinguir entre buenas y malas universidades. Todas serían la misma weá.

De algún modo ya lo son, pero al menos nos queda algo de prestigio a los que salimos de tradicionales...

Y no voten por Piñera, pero menos por Frei, jajaja.

María Natalia Castillo dijo...

Estoy encantada con tu crítica, crítica que por cierto he compartido desde hace años... me alegra que no llegues al punto de ser generalista ni absolutista en cuanto a que(al igual que muchos que estamos de acuerdo con lo que dices), respetamos a aquellos que han estudiado en estas llamadas "universidades" con mucho esfuerzo, valores y que yo respeto y valoro... pero me cansa ver a cada otro "profesional" inepto que ejerce a medias la profesión, haciendo que todo en cierta medida nivele hacia abajo.

Quisiera publicar tu nota en mis espacios, por supuesto aclarando que la crítica es tuya, pero ha sido tan clara y respetuosa que me gustaría compartirla... ¿qué opinas?

Un abrazo, y Dios quiera que en algún momento esta situación se regule en beneficio de todos.

Luisa Ballentine dijo...

Hola María Natalia

Qué bueno que compartes esta visión.

Puedes publicarla donde estimes conveniente.

Un abrazo!

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