2 de noviembre de 2010

Tenemos que arreglarlo, señor

Señor, sálvanos de la vejez. Hubo un tiempo extremadamente lejano en el que todo lo que hoy nos domina no existía. Yo me acuerdo de esos tiempos con cariño porque eran buenos. Yo sé, señor, todos los tiempos son buenos menos uno, pero si los rankeamos terminamos siempre en lo mismo: estableciendo prioridades y preferencias. Quiero tener un columpio mucho y pasar todo el verano en la piscina. A veces, señor, cuando no tengo una ciudad entera adentro del cuerpo, tengo una playa. Una playa muy solitaria. La verdad es que es un paraíso con el agua tibia y la arena fina y blanca. Pero no nos engañemos, toda playa es potencial generadora de un tsunami. Incluso la mía. Incluso esta playa tan calma y tan preciosa que abarca todos mis pensamientos con el ruido del ir y venir de las olas. Incluso esta playa tan perfecta. El lugar desde donde vengo, probablemente. Es así, señor. Si un día pudieras invitarme a ver cuál es el lugar desde el que me pensaste y creaste tan a la imagen y semejanza de no sabemos qué diablos, sería esta playa que a veces se me asoma. Sin gaviotas, porque no me gustan los batires de alas. Con lobos marinos sí, y pingüinos aunque haga mucho calor. Ésta es una playa especial porque nunca hace frío, ni llueve. Siempre hace calor, mucho, y hay sombreros gratis para la gente que va. Pero voy yo sola solamente. Me pongo 87 sombreros y todos me quedan bien, porque en la playa mía saben que soy cabezona. Lo entiendo, señor. La idea de mi existencia era vivir para siempre en esa playa que ahora es una porción, lamentablemente, más pequeña que todo el resto de las cosas que tengo adentro. La ciudad era otra cosa, era una idea, quizás, pasajera que tenía que tentarme desde lejos. Y yo, en mi bikini fucsia con negro y con dorado, tenía que mirarla y pensar "por qué habría de querer entrar al caos si todo aquí es perfecto". Entiendo que la tengo adentro, que es mía y que, en realidad, yo la construí para mí. El problema, señor, es que no hallo cómo poblarla, get it? Ése es el problema. No es cuestión de paisajismo ni de temperatura ya. No dudamos de que aparecerá en todos los rankings de las mejores y más hermosas playas jamás consrtuidas por el hombre. Es un problema de advertising, lord. No puedo concebir que un producto exista sin poder venderse. Tenemos que arreglarlo. Porque si yo soy la única que la veo, es muy probable que un día dude de su existencia. Y ya no pueda ir nunca más a ser feliz ahí.

No hay comentarios.:

Relacionados

Blog Widget by LinkWithin