Gracias, gracias, gracias

Valió la pena que mi amigo del alma, el Pato, viniera a Chile únicamente a entregarme la colección familiar de los libros de Harry Potter para que yo, al fin, pudiera terminar de una buena vez la saga. Me faltaban el 6 y el 7, pero decidí empezar desde el 3 pues no me acordaba de nada, obviamente. 

Esto de tener mala memoria es bueno porque permite sorprenderse de nuevo. Después de todo habían pasado 7 años desde que leí el quinto libro.

Y qué puedo decir... LO MÁS GRANDE Y MEJOR DEL UNIVERSO EVER. Nunca en mi vida, pero nunca, pasé la noche despierta leyendo y el último tomo lo consiguió. Como máximo me quedaba hasta las 5 y después a dormir. Pero ayer (u hoy) me dieron las 3, las 4 y en ese momento ya no podía soltarlo. Era la guerra y no podía perderme detalle. No era lo mismo dormir y después retomarlo, no. Perseveré. La doriwini dormía en mis piernas y yo pasaba las páginas con mucho frenesí, acercándome peligrosamente al final. Amaneció, pasó el camión de la basura, entró la luz por mi departamento y yo firme. A las 8.10 lo cerré. Para siempre.

Voy a evitar spoilear, sólo quiero decir que fue INCREÍBLE, de verdad. Nunca en mi vida un libro me había hecho sentir así. Me gustó mucho el final, me quedé con ganas de saber más cosas en ese último capítulo, pero estuvo bien.

Ahora me queda el vacío, por supuesto, pero valió la pena. Hice un juramento solemne: no veré las películas. A pesar de que me dan ganas para poder revivir toda la magia, no lo haré. Es imposible que todo esto quepa en una película (u 8 películas) simplemente no se puede. Así es que no me arriesgaré a sufrir la decepción que siempre me han causado las películas de mis libros favoritos. Esta vez no. 

Me quedo con lo que leí y la felicidad que me provocó retomar estas aventuras.

Amo a todos los personajes, pero en mi corazón hay un lugar especial para Dumbledore y para Neville. Sin duda alguna.

Hasta siempre, Harry Potter. Gracias por todo.