25 de enero de 2006

El mundo es de los arrepentidos... EL MUNDO ES MÍOOO

Me arrepiento 100%. Y como este arrepentimiento es completamente sincero, dios y el padre Hurtado deberían ayudarmeeeeee.

Desde que entré en el otrora 2002 a la universidad, lo único que siempre he querido es salir. Nunca me ha gustado ningún ramo, ningún trabajo ni nada de nada, sólo un par de compañeros (bueno, más de un par).

El estudio no es lo mío. La disciplina me descompone el alma, me desfigura la perspectiva que tengo sobre lo que considero realmente importante... y que sin duda no está entre los libros.

He sido tremendamente rigurosa con todas las responsabilidades de la universidad, porque yo decidí entrar y permanecer. He aprendido muchas cosas que me han sido útiles; como los programas computacionales gracias a los cuales pude formar Visceralia con mis socias. Aproveché de viajar becada (como siempre) y desde ahí se desprendieron otras cosas que fueron importantes. Pero también he perdido cosas: tiempo para dedicarme a lo que me gusta, energía para destinar a las personas...

Ahora que voy a comenzar mi último año (si el padre Hurtado no me abandona), me arrepiento de haber deseado el fin de la carrera; porque a pesar de lo malo, han sido mis mejores años. Ya no demandaré a la universidad al Sernac por publicidad engañosa, porque efectivamente lo fueron... Sé que digo esto porque el 2005 se me está AL FIN desdibujando de la memoria; pero producto de estos 4 años, que en diciembre habrán sido 5, he conseguido formar mi carácter y descubrir los rasgos más evidentes de mi personalidad.

Cuando llegué aquel miércoles de marzo, estaba muerta de miedo por lo que iba a pasar; siempre con mi timidez a cuestas. Ahora que salgo, mantengo la misma timidez, jojojojo; pero mi pasión por la justicia, la tolerancia, el respeto; mi amor indondicional hacia la diversidad y el convencimiento más absoluto de que el ser humano es y debe ser siempre el centro del quehacer mundial; hacen que camine mucho más segura de quién soy y qué quiero.

La madurez es un proceso inevitable y no sé qué tanta influencia puede tener una universidad en ello; pero fue en los pasillos de la Escuela, en las salas, en el patio, en el Centro, que terminé por determinar la identidad que yo siempre quise tener. Conocí a muchas personas y decidí qué admirar de ellas y qué repudiar. Elegí a quien dejar entrar en mi vida, y a quien sacar de ella. Dejé de quedarme en donde no estaba bien sólo por no hacer ruido y no molestar con mi disidencia y mis partidas. Entendí que la discrepancia por la discrepancia me encanta, aunque es bueno a veces deleitarse en las razones de los otros.

Aprendí a aceptar a los que son distintos a mí, de ahí mi amor a la diversidad. Descubrí que justamente es eso lo que hace que el mundo sea como es. Me supe tremendamente tolerante y al mismo tiempo intolerante de la intolerancia a niveles fundamentalistas. A pesar de ello, nunca dejé de pelar a los cuicos y de odiarlos, jojojojo; pero conocí a más de uno y también me mostraron que aunque nuestros espíritus sean opuestos, ni siquiera diferentes, son personas valiosas... forradas en plata, pero valiosas, jijiji.

Y cómo no pensar en aquellas personas que se me aparecieron en este camino y se quedaron en mi vida... Como la Cintia de mi alma. Si la existencia no es para conocer a personas como ella, para ir a los conciertos de Ricky y cantar Vuelve a todo pulmón; si la existencia no es para construir una banda sonora absolutamente instransferible, para componer raps, para comer pasteles y avepaltas y avemayos; para inventar una heroína a semejanza de las dos... no sé para qué es. Lo demás es accesorio, siempre lo he pensado y me gusta que sea así.

Pero se acaba. Se acaba en diciembre. Y es terrible, porque ya no quiero que eso pase. No quiero dejar esta rutina que he llevado bien al lote, pero siempre cumpliendo. No quiero dejar de reírme. No quiero dejar de tener un lugar al que llegar y que me olvide de que no dormí la noche anterior porque la vida es muy cruel. No quiero salir al mundo y que mi alma se pierda en tanto escombro.

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