Amigos... sé que no lo creerán, pero es cierto. Me saqué un 4.0 (¡apenas!) en un excelente reportaje. Juzguen ustedes, lo que es yo: me parece de lo mejor que he hecho.
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Raúl Alcaíno
El renacer de la ex estrella de la derecha
Le entregaron la Municipalidad de Santiago a fines de 2004 creyendo que su triunfo sobre Schaulsohn significaría que Lavín saldría presidente. Pero las cosas fueron distintas y Raúl Alcaíno estuvo en silencio por más de un año debido a que el municipio sólo arrojaba malas noticias y saldos negativos. No hablaba más que por comunicados de prensa, pero hoy vuelve a la luz pública de la mano de 13 proyectos que pretenden cambiarle el rostro a la comuna. La derecha no lo acompaña. Está solo, pero más optimista.
Luisa Ballentine
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La mirada le arde de rojo y resulta evidente: Raúl Alcaíno tiene pocas horas de sueño en el cuerpo y sus ojos lo delatan. Probablemente sean sus 13 nuevos proyectos los que lo han mantenido desvelado en la última semana, a lo que se suma la tarea que tiene por delante en estos momentos: entregar la cuenta pública. Son más de 100 diapositivas que contienen la gestión municipal realizada durante el año 2005. 100 diapositivas con las que Raúl Alcaíno debe explicar detalladamente qué hizo con los fondos municipales, además de disminuir el bache financiero que le dejó Joaquín Lavín al cederle al mando.
“¿Se ve bien?”, pregunta el alcalde, “sí, pero chueco”, responden quienes han asistido a presenciar cómo subsistió el municipio de Santiago durante el año pasado. Es viernes 28 de abril, y durante dos largas horas, Raúl Alcaíno habla de mejoras en los colegios, beneficios para los vecinos, fondos concursables, reestructuraciones en salud y todos aquellos aspectos en los que se invirtió el dinero disponible. Sin embargo, no todo es 2005, casi al finalizar la presentación, aparecen las imágenes de los 13 proyectos de mejoramiento urbano con que el alcalde pretende renovar la comuna y conseguir mayores fondos.
Minutos antes, en el hall central del edificio municipal donde, dispuestos en un cuadrilátero informativo que ocupa casi la totalidad del espacio, se pueden conocer los planes, un visitante ha dado en el clavo de todo este asunto: “Ojalá resulte”, dijo; y en la frase resumió el mayor deseo que tiene Raúl Alcaíno por estos días.
Un silencio prolongado
Tuvo que pasar más de un año para que Raúl Alcaíno se atreviera a dar la cara a la opinión pública luego del shock que significó conocer el estado financiero en que se encontraba el municipio cuando lo recibió. La falta de recursos se estimó, por ese entonces, en alrededor de nueve mil millones de pesos, lo que impulsó la toma de decisiones impopulares entre los vecinos: finalizó el “Plan pololo” que daba trabajo a alrededor de 500 personas, se canceló el retiro diario de basura, disminuyó la cantidad de pintores en la Plaza de Armas y casi fue cerrado el Teatro del Puente por no estar al día en el pago de impuestos.
Todas estas medidas lo tuvieron presente en la prensa, que en ese entonces daba a conocer los problemas a los que se estaba enfrentando la comuna; pero Raúl Alcaíno no hablaba. Mantuvo un silencio que perduró hasta hoy y que sólo se vio interrumpido por su aparición en un estelar de televisión y escasas declaraciones a través de comunicados.
Amigas y amigos
Este silencio fue un quiebre brusco que contrastaba con los momentos felices que vivió Raúl Alcaíno al comenzar su carrera política. Si bien el alcalde siempre se definió como un hombre proveniente desde otro lado y no interesado en los temas partidarios, fue esta independencia y lejanía la que cautivó a la Alianza por Chile, pues Joaquín Lavín tuvo siempre como estrategia parecer un hombre desligado de su coalición.
Eran buenos tiempos, por ese entonces. La campaña contra Jorge Schaulsohn, el abanderado de la concertación, fue dura; sin embargo la confianza que existía en la derecha era tanta, que para ellos la elección iba a reflejar lo que serían las presidenciales del 2005: “Si (Alcaíno) gana o empata la elección municipal, la Concertación está out de la elección presidencial de un año después”, decía el vicepresidente de la UDI Gonzalo Cornejo. Asimismo, el nuevo hijo predilecto de la Alianza se lucía pública y orgullosamente en cualquier acto que pudiera brindarle apariciones en la prensa. Y lo conseguía: “El que dio la nota alta fue el candidato a alcalde por Santiago, Raúl Alcaíno, quien lució un flamante traje de huaso y manta doñihuana original”, publicó en septiembre “El Periodista”.
El ambiente festivo que vivía la Alianza, culminó exitosamente el día de la elección. Un afiebrado pero feliz Raúl Alcaíno, no escatimó en loas para su padre político: “Quiero agradecer especialmente a Joaquín Lavín, que fue un hombre que confió en mí”, y al mismo tiempo recibió de regreso los parabienes que auguraban un camino exitoso y la continuidad a la gestión realizada, de boca del mismísimo Joaquín Lavín: “Estoy seguro de que serás el mejor sucesor que pueda tener, un brillante alcalde de Santiago”.
En medio de la algarabía y las positivas cuentas que en la derecha sacaban producto de este resultado, Alcaíno ni siquiera alcanzó a imaginar que un mes después conocería la real tarea que le esperaba en la Municipalidad de Santiago.
“El alcalde no sabía cuál era la real situación”
Hoy, Raúl Alcaíno lleva un año y medio como alcalde de Santiago. Las tormentas parecen haber quedado atrás, aunque durante su período nunca podrá disponer de los recursos que quisiera, pues no hay. Sin embargo, se niega a reconocer la sorpresa que significó enfrentarse a la conducción del municipio luego de la gestión de Lavín, y evade las preguntas con un escueto, “yo sabía que ésta era una comuna difícil, que está enfrentando un momento difícil”.
Quien sí se refiere a esta situación es la concejal Ximena Lyon pues cree que, “el alcalde no sabía cuál era la real situación a la que se iba a enfrentar en la comuna”. Debido a esto permaneció alejado de la opinión pública porque, “él sentía que esto era un compromiso con la alianza por la que fue electo, con el apoyo del ex alcalde; y salir a la prensa a mentir, es feo. No se puede mentir, entonces mejor quedarse callado”, enfatiza Lyon, refiriéndose a que todas las informaciones que podían ser dadas de lo que pasaba al interior de la comuna y en la gestión edilicia, eran negativas, cruzadas por la falta de recursos y el evidente fracaso de las políticas más emblemáticas de Lavín en temas sociales y de seguridad, que día a día eran canceladas para frenar la fuga de recursos.
La salvación: renovación urbana
Esos dineros siguen siendo escasos, y Alcaíno se encarga de recordarlo cada vez que puede en la sesión del Concejo, como disculpándose por la imposibilidad de disponer de mayores fondos. Incluso cuando presenta su proyecto estrella de renovación urbana es claro en recalcar que, “esta plata no está, necesitamos a los empresarios porque acá plata no hay para esto”.
La renovación urbana que desea concretar Alcaíno consta de 13 proyectos, de los cuales el más importante consiste en cubrir la ruta Norte-Sur y poner sobre ella amplios parques. Para llevarlo a cabo, se requiere una inversión de US$ 36 millones, y es la búsqueda de financiamiento el motivo que lo ha impulsado a salir a la luz pública pues, de concretarse, significaría un aumento en la valorización de sectores históricos, una mayor cantidad de personas trabajando y viviendo en la comuna y, por lo tanto, más ingresos.
Algunos empresarios, según dice Alcaíno, ya le han confirmado su interés en desarrollar algunas de las ideas, lo que presagia un éxito en sus planes. Sin embargo advierte que, “en los medios voy a salir un ratito y después me voy a fondear”, y luego sus palabras se encargan de reafirmar la razón más evidente por la que se mantuvo lejos de las cámaras y la prensa: “Salí bastante poco, porque salir así no es grato”, pero ahora lo vuelve a ser.
Los problemas más graves que enfrentó Raúl Alcaíno a los pocos días de iniciado su mandato ya fueron solucionados e incluso olvidados por los vecinos. Siempre quedarán los grandes temas que enfrenta históricamente la Municipalidad de Santiago, como los conflictos con el Teatro Municipal y los gremios de educación, sin embargo el ojo del huracán está lo suficientemente lejos de la Plaza de Armas como para poder salir con calma.
Ya no lo escolta Joaquín Lavín, y al consultar a los directivos de la Alianza por Chile qué opinan de la gestión de su alcalde más importante, sólo se escucha un silencio absoluto que dista bastante de los vítores con que lo alzaron en el año 2004. Raúl Alcaíno sabe que está solo aunque no lo admite, pero afortunadamente ha vuelto a él cierto optimismo que los empleados de la municipalidad no le conocían antes. Estos proyectos lo han revitalizado como alcalde, y si bien nunca ignoró su función edilicia, hoy es más agradable cumplir con ella.
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