Ese cantante frustrado que todos llevamos dentro

De todos los talentos que puede tener el ser humano, todos anhelamos con poseer el de la voz privilegiada. Muchos querrán también ser escritores (otros ya lo somos, ejem), bailarines, pintores, etc, pero lo que nos une, es que todos queremos cantar. Al menos para lucirnos en el karaoke.

Sabemos que apestamos, pero nos esmeramos. Ponemos la radio, el cd, y nos mandamos a tararear como desaforados todas esas líricas que nos encantan.

Lo mejor de cantar encima de la canción, es que por momentos las voces se funden y parece que fuéramos nosotros los dotados con esas cuerdas que emiten preciosos acordes.

Es en esos momentos cuando tenemos la genial idea de grabarnos. Usamos nuestra grabadora de sonidos del pc, o nuestra sony, o nuestra kioto play-rec, todo con tal de autodemostrarnos que no es Miguel Bosé quien interpreta de bella manera esos sonidos, sino nosotros, que de tanto cantarlos hemos logrado robar su talento a través del parlante.

Nos esforzamos. Utilizamos seudotécnicas que creemos que nos ayudan a tener este nuevo talento. Pero seguimos apestando. Ponemos play y la verdad es que borramos cualquier huella que pudiera encontrar un intruso, de aquel osado momento en que creímos que podíamos apropiaros de un talento que realmente no tenemos.

Porque si uno escribe poesías rascas... bueno, mal ejemplo, porque si escribe poesías rascas todos se burlan. Pero si uno pinta un cuadro feo o es tieso en la pista de baile, la verdad es que mucho no importa. Sin embargo cuando se trata de entonar los acordes de aquel tema matador que nos saca suspiros, estamos cagados, porque lo único que quisiéramos en el mundo es poder sonar bien. Incluso si no hay nadie escuchando, quisiéramos sonar bien.

Lo peor de esto, es que cada cierto tiempo volvemos a poner play-rec a ver si ahora sí hemos logrado robar el alma de un cantante para así convertirnos en los próximos María Jimena Pereira y Mario Guerrero. No podemos aceptarlo. AAAAAAAHHHHHHHHHHHHH.