Estoy en mi programa de radio entrevistando a alguno de los tantos jóvenes talentos chilenos.
Leo en El Mercurio una entrevista a Álvaro Bisama.
Mi entrevistado tiene proyectos.
Bisama es joven.
Pregunto de dónde salen las "nuevas voces" que ha rescatado.
Me pregunto cómo hizo Bisama para ser entrevistado a su "corta" edad. Él me suena.
Son contactos que tiene o que tuvo alguien que conoce.
¡Ya sé de dónde me suena! Bisama trabaja ahí.
Concluyo que el circuito under es una mierda. Al fin y al cabo mi propio círculo está construido en base a oídas y contactos de otros.
Pero siento que me he esforzado. Al menos he usado google para buscar nuevos talentos. Casi nunca los encontré, pero el intento es el que cuenta en este caso.
Y todo esto se deriva de mi gran ego. Si alguien está haciendo proyectos cuya intención es publicar a los jóvenes, la primera pregunta que me hago es por qué no estoy yo ahí. O alguno de mi colectivo.
Como sea. No integramos ninguno de esos círculos, apenas podemos construir el nuestro propio y es difícil porque no hay mucho compromiso de los que me rodean.
En fin. Si El Mercurio entrevista a un pendejo de menos de 40 no es porque lo descubrió en la calle, es porque trabaja en la misma oficina. Y claro, yo no estaré en la antología de la nuevas voces, porque no soy amiga de las viejas voces que nutren de "nuevas voces" a los que alguna vez fueron nuevas voces gracias a que las viejas voces compartieron un par de copas.
Mal que mal su poesía es una gran mierda.
Leo en El Mercurio una entrevista a Álvaro Bisama.
Mi entrevistado tiene proyectos.
Bisama es joven.
Pregunto de dónde salen las "nuevas voces" que ha rescatado.
Me pregunto cómo hizo Bisama para ser entrevistado a su "corta" edad. Él me suena.
Son contactos que tiene o que tuvo alguien que conoce.
¡Ya sé de dónde me suena! Bisama trabaja ahí.
Concluyo que el circuito under es una mierda. Al fin y al cabo mi propio círculo está construido en base a oídas y contactos de otros.
Pero siento que me he esforzado. Al menos he usado google para buscar nuevos talentos. Casi nunca los encontré, pero el intento es el que cuenta en este caso.
Y todo esto se deriva de mi gran ego. Si alguien está haciendo proyectos cuya intención es publicar a los jóvenes, la primera pregunta que me hago es por qué no estoy yo ahí. O alguno de mi colectivo.
Como sea. No integramos ninguno de esos círculos, apenas podemos construir el nuestro propio y es difícil porque no hay mucho compromiso de los que me rodean.
En fin. Si El Mercurio entrevista a un pendejo de menos de 40 no es porque lo descubrió en la calle, es porque trabaja en la misma oficina. Y claro, yo no estaré en la antología de la nuevas voces, porque no soy amiga de las viejas voces que nutren de "nuevas voces" a los que alguna vez fueron nuevas voces gracias a que las viejas voces compartieron un par de copas.
Mal que mal su poesía es una gran mierda.
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