25 de marzo de 2007

24/7

Estaba ashí shuper bien con la tranquilidá de la vida, hasta que me vino el existencialismo.

Quién soy, a dónde voy, por qué hay que trabajar, etc, etc.

Se acabaron las "metas" prestablecidas. Ahora nada hay que la sociedad me imponga. Me estoy perdiendo en el mar de posibilidades que soy capaz de proporcionarme.

Además de eso, tengo un martilleo... cómo decirlo, pectoral. Sí. Un martilleo pectoral de hace años. Se me sube al cerebro y es lo que hace que el horóscopo de hoy alcance uno de sus más altos grados de perfección:

"Acuario 20 enero 19 febrero
Ahora sabe que sus deseos y fantasías y pensamientos oscuros producen la sacudida que necesita, ya sea para morirse de susto o torturarse sobre lo que va o no va a pasar. También sabe que tiene que sobrevivir, económica y emocionalmente".

Qué difícil es sobrellevar la tortura mental. En estos días me está quebrando. Pienso weás pienso weás pienso weás. Y por eso es que mis planes han cambiado y se han enrarecido y entristecido y entonces empezamos a guatear, a morirnos de susto.

Este año está sorteado, ¿pero y el próximo? Yo creo que no vamos a querer seguir trabajando en esto. Vamos a querer cambiar de giro. Vamos a querer poner una fuente de soda, una sanguchería.

Qué lindo sería tener un negocio rentable y poder vivir de ello. Que lo demás sea la cultura, pero no tener jefes. O no ganar una "propina" por un trabajo que vale el doble.

Qué lindo sería llenarse los pulmones y los ojos. Bien llenos. Hasta el tope. De todo lo que hace falta. O poder verbalizar algunas cosas.

Eso sería lindo.

Lo que no es lindo es seguir esperando cosas que no van a pasar, como dice el horóscopo, que me dio 100% en el blanco esta vez.

Vivo semanas de tortura mental. Debo lidiar con dineros, con cuentas, con gastos, con aspiraciones suntuarias de niña rica. Y con ese canal constante de mi cerebro que piensa todo el día en los imposibles.

Trato de elaborar mis estrategias: esto sí, esto no, esto el otro mes. A éste lo saco, a éste lo dejo. Y a éste nada. Aunque todo. Estos días para esto, éstos para esto otro. Sin estrés, tranquila, sin colapsos, sin llorar. Pero el abatimiento sí. Acostarse tan temprano como se pueda. Tomar las medicinas y los analgésicos para ese dolor constante 24/7 al año, en la cabeza.

Usar la agenda. Llamar a los científicos. Quizás pedirles algo que quede entre nosotros. Qué sé yo, alguna fórmula no probada en humanos que pueda beneficiarnos a ambas partes.

Eso sería bueno.

Ayer intenté leer un libro. Me aburrí porque no me oigo. Internamente me hablo tantas cosas que no puedo leer. Es por eso que tampoco puedo ver películas u obras de teatro. Algunos piensan que es pereza, pero es agitación mental acentuada. A veces hago el intento, pero no sé cómo callarme.

Debe ser que no hay un modo de callarse. Cómo podría uno dejar de pensar. Es imposible. El pensamiento no es la libertad del hombre, es su esclavitud. Y yo no consumo nada para evadirme. Por eso me estoy quebrando. Aunque sea feliz feliz feliz, me digo cosas que podrían reventarme si no me detengo.

Si sólo pudiera concentrarme en lo probable, en lo posible, en lo que está en mis manos. No en el canal 8, no en el canal que transmite todo el día la misma imagen y el mismo nombre. Sería perfecto.

Porque no me importa ser normal, previsible. Sólo no quiero aspirar eternamente algo que me haga estallar los pulmones un día como mañana.

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