8 de enero de 2008

Chalecos

Hoy no es mañana, pero es.

Lo que quiero decir de los chalecos es lo que quiero decir sobre el amor.

Si yo y todos somos un chaleco, nos pasa que al juntarnos con otros chalecos de lana ocurren cosas como que nos deshilachamos, se nos salen pedazos y podríamos hasta terminar sin un brazo, o sin cuello para que los que se creen chalecos tipo beatle.

Si yo y todos somos un chaleco, puede que nuestros finos hilos se enganchen en los botones del otro y que no alcancemos a desengancharnos mientras cada chaleco se despide para siempre. ¿Qué pasa si uno tira la hebra de un tejido? Nos deshacemos.

Pero como nada es tan terrible, aprendemos a ser chalecos damnificados. Sin un brazo, sin un cuello, con sólo la mitad de lana de la que teníamos al comienzo.

El problema es que después de la recuperación chalequística (que a cada uno le tomará lo que le tome aprender a tejer y rearmarse), nunca quedamos como éramos. Algunos nunca recompusimos los brazos y los cuellos y quedamos mochos; y ahora buscamos a alguien que comprenda ese chaleco carenciado que somos.

Esto es una cosa muy compleja, porque ese chaleco nuevo que nos hace ojitos, no tiene por qué hacerse cargo de la cagadita que nos quedó... y sin embargo no se puede evitar; y a veces no se puede pasar de un reconocer el color y decir "qué lindo color", que la cosa para más no da. Y vaya que es triste.

1 comentario:

Cintia de Martin dijo...

Notable la teoría del chaleco, o teorema de Ballentine...o qué vendría siendo, no me acuerdo de las matemáticassss...
Lo bueno es q siempre te puedes comprar un cahleco nuevo, te lo regalan...lo más lindo es cuando tu mami te teje uno nuevo, pero tan leeeeeeeeeeeeeeeento que dp te queda chico....q no le qde chico el amor poh, mami
atte
cdm

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