Milcien

Es la hora en que te vas a dar cuenta de que no importa cuánto trates, intentes y busques. Los polos opuestos si bien se atraen, buscan cosas diferentes y ven el mundo de manera distinta.

Los polos opuestos no tienen los mismos intereses, sobre todo cuando estamos en el plano del dinero y de las prioridades moral-económicas.

A mí estas cosas me dan pena porque me voy dando cuenta de que en mi círculo es cada vez menos probable encontrar gente como yo, y obviamente la vida se complica porque en esencia el ser humano trata de relacionarse con los que se le parecen.

He creído que muchos se me parecen. Me he decepcionado. Ahora ya no insisto en esas viejas relaciones, pero muchas las tengo atadas por compromisos nobles que se están desnoblizando y convirtiéndose en cualquier cosa.

Dónde estarán los que son como yo, me pregunto. Dónde estarán los que han pasado necesidad económica y han sabido aún así ver la vida desde el punto de vista social. Dónde estarán los que son capaces de romper su bolsillo vacío por una creencia.

Dónde mierda estoy yo metida que me siento tan ajena de lo que piensa el resto, de lo que hace, de lo que cree.

En esta hora nefasta en que los caminos se han paralelizado para siempre, mantendré una actitud de férreo compromiso y fingiré estar tranquila y en paz para defender el bien mayor.

Cuando el otoño comience a sentirse en este 2008 volveré a mi raíz definitiva y ya nunca más me equivocaré como ahora. Siempre estará el error, pero será cada día más pequeño.

Lo sé porque en esta vuelta también me quedo con algo; y aunque a golpes de dinero he de aprender todo en esta puta vida, nunca perderé de vista que la plata es plata y va y viene, no en cambio todo lo demás.