1 de septiembre de 2008

Que siga ese reguetón sonando

A propósito de algo que descubrí hoy en FaceBook: un grupo de gente que odia el reguetón abogando por su eliminación del universo (suma más de 27 mil adeptos); me acordé de este tema que tantas veces hemos tratado en el presente blog: tolerancia.

Me parece magnífico que todos tengamos gustos diferentes. Es más: mientras más diferentes mejor. Lo que no entiendo es por qué una cosa debe interferir con otra. Al que no le gusta, que no lo oiga. A mí no me gusta la música clásica y no la oigo. No me gusta la música instrumental, no me gusta la música electrónica, no me gusta la música que le gusta al 98% de mis amigos... y no la oigo. Salvo cuando me quedo en sus casas y me tengo que saber joder. ¿Y saben qué? No me he muerto, no me ha dado alergia ni me ha salido herpes por escuchar música que no me gusta.

El año pasado salía con un chico al que le encantaba Korn. A mí no me gusta pero ni por si acaso, es más, si pudiera no escucharlos nunca sería fenomenal (salvo Freak on a leash en el umplugged, eh). ¿Y qué? Cada cual con sus gustos y arreglamos un término medio para que él no renunciara a su música y yo no sintiera ganas de salir corriendo despavorida de su casa.

Nadie se ha muerto. Yo, que amo a Bon Jovi, nunca he tenido que hacerle resucitación a nadie porque se le colapsaron los pulmones al escucharlo en mi casa.

Y con el reguetón cada cual tiene la relación que desea. La mía es pachanguera, loquilla, bailonga. Para mí el reguetón es una fiesta, es tener el ánimo arriba y divertirse. Si quisiera sentirme triste e infeliz todo el día, pondría Radiohead, por ejemplo, pero no me dan ganas, quiero estar contenta cuando salgo a caminar con mi mp3.

A la mayoría podrá no gustarle. Qué bien por ellos. Qué bien por todos. Cada cual con lo suyo. Nunca he estado tentada de pedir que se elimine la música electrónica del universo, hay espacio para todos.

Siento lástima por los que adhieren a estos grupos y "causas" totalitarias que abogan por la eliminación de algo que a otros les gusta, pues a fin de cuentas es una muestra de intolerancia más que, curiosamente, exhiben quienes después te hablan en contra de la dictadura y los regímenes que eliminaron el pensamiento disidente. Esto es lo mismo. Es el germen de la sociedad fragmentaria que por eso lo es. La fragmentación no se resuelve con eliminar a Pinochet porque lo que nos hace intolerantes no es la política, somos nosotros mismos cuando pensamos que nuestros gustos e ideas son mejores que las de otros.

Ya sea en la música o el arte en general, como en los modos de vida, esto siempre termina igual: mal.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

hagamos la paz
ultimamente ando cariñoso jaaa

Tomás dijo...

Soy de los tuyos

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