27 de marzo de 2009

Con esto no se juega

Este blog, como es tradición, no puede pasar por alto el escándalo del 2009. No hay por dónde. Primero por los 5 años de universidad que me hicieron como soy, y segundo por consumidora y ciudadana ilustre que lucha día a día por este país que amo con pasión.

Es una vergüenza sin parangón lo que hicieron las farmacias a esta nación de hombres y mujeres trabajadoras. Es para llorar, para agarrarse de los pelos y también para confirmar las sospechas, porque todos sabemos que esto venía arrastrando un rumor sordo desde hace varios meses.

Y resultó ser verdadero 100%: las farmacias tenían un acuerdo para mantener altos los precios de los medicamentos. Las farmacias, las únicas tres cadenas de farmacias que monopolizan el país (sin contar unos pocos bastiones resistiendo y doctor Simi) estaban coludidas. Fasa Ahumada, Cruz verde y Salco Brand, nos estuvieron viendo la cara desde el 2007 (y seamos honestos: quién sabe si esto no viene desde mucho antes).

Estamos hablando de alzas que superan el 350% en medicamentos de alto consumo. Por lo bajo se superó el 100% en la mayoría, estamos diciendo que los medicamentos se compraron, en el mejor de los casos, al doble de su valor, y en el peor se pagó sobre el triple de lo que costaban originalmente.

Y eso que sólo nos hemos referido a las cifras dadas a conocer. No quiero imaginar lo que sería este escándalo si sacáramos a relucir la verdad en su totalidad.

Fasa Ahumada llevaba la delantera en este tongo con un sistema "disque no sabíamos que lo estaban haciendo nuestros empleados" que básicamente consistía en levantar los precios de las otras dos farmacias y luego fijar un aumento que era establecico por una en la primera semana, por otra en la segunda semana, para que a la tercera semana las tres farmacias tuvieran el mismo valor en una serie de medicamentos (y otros productos como los anticonceptivos) de alto consumo.

A pesar de que no soy una persona enferma, vivo metida en la farmacia abasteciéndome de ciertos elementos que están dentro de la lista de sustancias que experimentaron alzas vergonzosas en estos años. Miles de veces vi gente retirarse sin haber comprado las recetas por el valor de los medicamentos. Y qué decir de las veces que yo misma abandoné tratamientos porque los valores irrisorios de una caja de comprimidos de 30 pastillas: una burla de estas tres corporaciones sin moral que pusieron, con su brillante idea de estafar a Chile, en riesgo la vida de millones de personas que se gastaron lo que no tenían para mejorar su salud. O que simplemente no pudieron y se quedaron sin poder comprar remedios hasta que se les pasara solo.

Cuántas habrán muerto con el tiempo. No me parece un pensamiento descabellado, sino bastante probable. Cuántas personas murieron estos años porque no pudieron pagar los medicamentos y el sistema de salud, obviamente, no se hizo cargo de ellos porque nunca lo hace. Es cosa de tiempo para que estos casos lleguen a la prensa. Pronto empezaremos a conocer las historias de niños, mujeres y hombres que complicaron o trucaron sus existencias a manos de esta mafia.

Miramos siempre hacia afuera, hacia los otros países que, en apariencia, son los subdesarrollados porque nos creemos del primer mundo. Los jaguares, los ingleses, los abacanados de la región. Cuando en realidad somos los pollitos, los ignorantes, los ingenuos que abrimos la boca para que nos metan el dedo.

Nuestros políticos son un asco. El empresariado es un asco. Las cúpulas de poder sólo saben derrochar lo peor de lo humano y mostrarse como un conjunto de robots que ven en cada molécula el signo peso.

Nos dieron el peor sistema de transporte del universo. Nuestra educación es triste. No hay horas en los hospitales. Y como si eso fuera poco, nos metieron la mano al bolsillo y nos sacaron el doble y el triple de monedas que correspondía pagar por sentirnos mejor. Por un analgésico, por un método de anticoncepción para no traer más niños infelices al mundo o simplemente en reemplazo de otra terapia hormonal que habría sido imposible financiar en este escenario.

Shame on you, farmacias. Shame on us por ingenuos también. A pesar de que siempre defenderé a la mayoría silenciosa que trabaja tanto y tan constantemente, justificando su aparente apatía frente a situaciones como ésta. En esta sociedad no hay espacio para la protesta ni para el ejercicio de los derechos ciudadanos. Y no hablo de un espacio físico, hablo de un espacio espiritual. Hablo de gente que se parte el lomo de lunes a domingo y que sólo quiere llegar a casa a ver tele porque todo es demasiado y todo está tan jodido que es mejor no verlo. A ellos no los juzgo, al contrario.

Sí, hay que protestar, sí, hay que boicotear a las farmacias. Es cierto. Pero también es cierto que en primer lugar no debería existir la escoria que causa este tipo de situaciones.

Patá en la raja para todos los involucrados en esta colusión. Y un llamado a no consumir. Podemos hacerlo aunque nos cueste más. Podemos hacerles sentir que con esto no se juega.

2 comentarios:

Tomás dijo...

Estoy contigo.

Lucila dijo...

Qué odio, loco.

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