2 de julio de 2011

Aprender haciendo

Pienso en mi amigo Marcelo. Él no hace nada hasta reunir toda la información necesaria, investigar todo y luego aplicar. Es un seco, se lee manuales de programación y arma carritos de compra.

Yo soy al revés, no sólo por la paja universal de reunir toda la info de algo, sino porque mi mente tiene siempre un pensamiento que, en todo caso, me gusta mucho: "¿qué tan difícil puede ser?", y como pienso que seguramente no es tan difícil, voy y lo hago.

Gracias a este pensamiento, hago muchas cosas. Que ya es algo. Algunas me salen bien, y otras muy mal, pero lo importante es hacer.

Esta introducción es para presentarles mi última actividad en la línea del qué tan difícil puede ser: cortarme el pelo.

Dado que mi presupuesto no me permite ni siquiera pedir el corte de varón escolar por 3 lucas, algo tenía que hacer con este ser incontrolable que ha perdido movimiento, forma y brillo.

Todo comenzó ayer cuando en medio de un trance sicótico dije "me tengo que hacer chasquilla". Fue un desastre, obvio, como todas las veces que me he cortado chasquilla, porque es algo que la gente con rulos no podemos tener... y uno ahí: PORFIANDO como siempre.

Pero no fue terrible porque me corté una parte muy delgada, y ahora ando con unos rulos medios weones en la frente, pero la verdad es que no pasó a mayores. TODO OK. Sólo un recordatorio de que debo dejar de hacer cosas que sé que no resultan.

El jueves me había hecho unos rulos con el rizador, muy lindos, y con esta nueva disque chasquilla, encontraba que me veía de lo más que hay. Cuando llegué a casa en la noche, después de hacer todo lo que tenía que hacer y antes de acostarme pensé "¿y por qué no sigo con este patrón y me voy cortando el pelo en capas?, o sea, ¿qué tan difícil puede ser?". Y así fue como empecé con la tijera que uso para cortar pestañas postizas y cejas, a cortar mis rulos.

Me dividí el pelo en zonas y lo único en lo que fui muy precavida, fue en no comenzar cortando tan arriba, porque después el pelo se me encoge producto de que es rizado y entonces parezco cualquier weá. Y también decidí mantener el largo y cortar sólo algunas puntas muy feitas, porque me gusta mucho el pelo largo y todas las veces que me lo he cortado, me he arrepentido. Creo que, al fin, es una lección aprendida.

Utilicé la tijera como si fuera una navaja, cortando en diagonal y, más que nada, entresacando y desmechando...

Y quedó la raja, jajajajaja.

A ver, para ser 100% honesta, no se nota el corte JAJAJAJAJA, pero yo lo noto, porque perdí el volumen de la parte más baja y ahora encuentro que se ve de lo más estyle que hay. Aunque nadie lo note...

Y para continuar en esta autogestión cabelluda, hoy día dije "está tan sequito donde lo teñí tanto, que debería hacer esos tratamientos caseros con aceite de oliva". Obviamente yo no tengo aceite de oliva porque es la weá más cerda del mundo. Y ni cagando iba a comprarlo pa estos fines porque es carísimo. Entonces pensé "¿y si le echo aceite normal?, ¿qué tan malo puede quedar?" y eso hice... JAJAJAJA, me hice una mascarilla de aceite y me la pasé de la mitad del pelo hacia abajo y la dejé actuar por 20 minutos.

Aún no veo el efecto, pero ciertamente no pasó nada malo. Cuando se me seque el pelo podré contarles como resultó la totalidad de este experimento.

Los invito a ser un poco así, a aprender haciendo.

Después de todo, el pelo crece. Aunque demore. Pero por suerte ME QUEDÓ LA RAJAAA.

No hay comentarios.:

Relacionados

Blog Widget by LinkWithin