30 de julio de 2011

A no olvidarse

A ver.

La cosa es la siguiente: se realizó una marcha "por la familia" hoy y desde su anuncio, hace varios días, viene ardiendo Troya.

Las cosas por su nombre: era claramente una marcha en contra del matrimonio homosexual. Sí. Y un recordatorio de que la familia es un hombre, una mujer y sus hijos. Sí. Eso era. Era una contramarcha al gran movimiento realizado hace unas semanas en pro del matrimonio homosexual y la diversidad.

Ya.

Se supone que acá hay dos bandos (como en toda buena película). Los buenos: interpretados por los tolerantes e igualitaristas (entre quienes me incluyo) y los malos: interpretados por conservadores nazis pasados a caca.

Ya.

El problema es que los buenos se escandalizaron y pusieron el grito en el cielo por la realización de esta marcha weona. Y yo encuentro que no corresponde.

Éste es un país libre. Si los señores conservadores quieren salir a recordarle a la sociedad que el matrimonio es lo que ellos creen que dios dijo que era, me parece que están en todo su derecho.

Me parece triste su pensamiento, desde luego, pero pueden expresarlo tan libremente como nosotros el nuestro.

¿O no? ¿Acaso no era eso la libertad de expresión?

Lo que sucede es que nos gusta a nosotros hablar, pero si el otro dice algo que no nos parece, querríamos poder callarlo por todos los medios.

No estoy de acuerdo. Justamente porque no somos como ellos, no deberíamos mostrar la hilacha de esta manera.

Me parece genial que los caballeros y las señores hayan salido a la calle a decir que a ellos les repugna que existan las minorías sexuales. Bacán. Están en su derecho de hacerlo. No están ocasionando un daño social, simplemente están alzando la voz y reconociendo su homofobia. Ok, algunos lo siguen disfrazando como pro-familia, pero bueno.

El que los más tolerantes de los tolerantes, SE SUPONE, censuren a los otros que personifican al diablo en la tierra me parece vergonzoso.

Éste es un país libre y me alegra que, incluso los sacos de wea, se estén sintiendo motivados a moverse por algo.

Lo que me recuerda que son, justamente, los más liberales y a sí mismos declarados librepensadores los que creen que está mal que uno consuma cierto tipo de bienes culturales y no otros. Lo que ellos leen y escuchan: sí; otras cosas: no.

Me tienen hasta el hoyo de tanto doble discurso.

La tolerancia es pa los dos lados amigos, a no olvidarse de eso!

3 comentarios:

Lucila dijo...

Mmmm... a ver, yo ando con una inquietud parecida últimamente por las últimas elecciones que se dieron en Buenos Aires y por algo similar que pasó con Fito Paez y unas declaraciones que hizo sobre el electorado porteño (y que comparto aún repensando este punto de respeto sobre el otro) y etc.

El tema muy delicado sobre el asunto de la tolerancia es que ésta puede existir cuando existen condiciones de igualdad entre quienes se enfrentan. En este caso, como en tantos otros en el que el tema de la tolerancia es un punto de conflicto, una de las partes que se enfrenta representa a sectores históricamente postergados, que a lo largo de generaciones sufrieron a causa de esta misma intolerancia que hoy les criticamos porque, creemos, los coloca en el mismo lugar.

El punto es muy delicado porque aún hoy, cuando se ha avanzado mucho en algunos derechos, muchas personas, desde homosexuales que reclaman por su justa des-demonización hasta en otro lugar personas en situación de miseria que piden -exigen- un cambio ideológico en quienes detentan el poder y mantienen el statu quo, siguen en condiciones de desigualdad en las que la lucha de poder está muy desbalanceada.

Yo comparto el deseo de que exista la tolerancia en todos los sentidos, pero por otro lado me pregunto qué límites tiene la tolerancia desde el momento en que alguien está disminuido y encorsetado por una historia que lo colocó siempre en el lugar más desfavorecido.

En Buenos Aires, la última elección, hubo un escándalo porque Fito declaró que la mitad del electorado que eligió a Macri como jefe de Gobierno de la ciudad de Buenos Aires le daba asco. Se armó un revuelo porque se lo tildaba de intolerante y reaccionario. Ahora, me pregunto (y me lo pregunto en serio, no es una manera de decir que pienso esto o aquéllo, sino que realmente me inquieta): ¿es ilegítimo, es incorrecto sentir rechazo, odio, bronca, intolerancia hacia una política que de la que uno cree que genera exclusión, brechas insalvables, desigualdad de oportunidades, banalización del compromiso ciudadano, etc? ¿O es un signo de que aún la posmodernidad no nos deja indiferentes e indolentes frente a lo que le sucede a un ser humano social, cultural, política y económicamente desfavorecido?

Lucila dijo...

una política que de la que uno cree que genera exclusión

una política que uno cree que genera exclusión

=)

cansada y sin habilidades de redacción

Luisa Ballentine dijo...

Me planteo tus mismas preguntas. De todos modos me siento mucho más cercana al derecho a la libertad de expresión. Tanto desde la realidad actual: ok, se ve que NOSOTROS somos más y obviamente creemos que estamos en lo correcto; pero me parece legítimo que otros planteen otras demandas bajo la forma que mejor les parezca. Porque, y acá viene mi segundo acercamiento a la libertad de expresión, quién dice que mañana no somos mayoría y me gustaría poder expresarme desde la oposición y plantear ideas que, si me parece que vale la pena luchar por ellas, deben ser respatadas aunque todos piensen que estoy para el open door.

Entiendo tu planteamiento. Y sé que la tolerancia tiene ese doble filo en el que por defender la libertad de expresión se puede llegar a transgredir derechos de otro.

No lo sé, amiga, no lo sé.

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