29 de enero de 2006

Acerca de ser un bandasonorista de la vida

Hay algunos que tenemos una banda sonora de la vida.

Es extraño en mí, que no soy eminentemente musical, pero así se ha dado siempre a lo largo de estos años, en que la música no es sólo un deleite, sino también algo que va dejando huellas de momentos pasados.

Vivir la música requiere de una sensibilidad especial que tiene que ver con todos los sentidos. Se trata de tatuar los momentos a través de aquello que los rodea... y perfectamente se puede tratar de una canción, de varias, de un grupo, etc.

Muchas veces no es algo consciente. No siempre estamos buscando el modo de guardar un momento a través de la música; en ocasiones simplemente ocurre y cuando esa melodía se reproduce fuera o dentro del mismo cerebro, nos lleva de inmediato a esos dondes, cuandos y con esos quienes.

Este proceso es sagrado. La manera en que la música se inyecta y se queda es particular en cada persona y desata en cada uno cosas distintas. Y no siempre son cosas buenas. Instantes oscuros también se han quedado grabados a través de acordes; o episodios tal vez no malos en sí mismos, pero sí en la añoranza.

Es por eso que yo tengo mi lista de prohibidos muy muy clara. Hoy escuché a uno de ellos: Radiohead. De casualidad se me cruzó una canción y está bastante desdibujada, afortunadamente, a estas alturas de la vida. Pero no pasa lo mismo con otros grupos/solistas/canciones que debo seguir (y así lo haré) evitando.

Pensando en este tema tan loquillo para quienes no experimentan el sountrack de la vida; recordé dos episodios bastante ilustrativos. Hace un tiempo estábamos viendo tele con mi hermana y empezó a sonar una canción específica. Ella puso unas caras como de disgusto, como de mala onda con la cantante, y yo le dije "oye, pero por qué le tienes mala a la Juanita Pérez que canta tan lindo" y ella me dijo que le recordaba episodios que ahora ya no eran tan buenos. Con eso bastó. Nunca más en la vida permití que una canción de ese grupo se colara en nuestras pantallas o en nuestra radio. Nunca lo mencioné de nuevo. Es tanta la comprensión que tengo de su realidad, que yo también evito ahora escuchar lo que me recuerda que a ella le recuerda y le trae tristeza.

El otro episodio trata de aquella vez en que una amiga me mandó una canción. Ella siempre me las manda camufladas para sorprenderme, porque me quiere hacer escuchar cosas que a ella le parecen muy buenas. La cosa es que manda esta canción y oh... formaba parte de mi lista de prohibidos. Cuando le dije me pidió disculpas; pero sinceras. Y es justamente porque ella también tiene una banda sonora y sabe que hay momentos en que uno debe bloquear ciertas cosas. Pueden no ser eternos (probablemente), pero existen y se requiere empatía para poder colaborar con ello.

Se trata, a fin de cuentas, de lo que podemos llamar "gatilladores de recuerdos": exacto, un término que acabo de inventar, pero que seguramente existe porque otro avispao se me adelantó. Y la música es gatilladora de recuerdos, los trae de regreso... y más encima los trae intactos la muy perra. Y es que ésa es su gracia. Pero yo puedo también no querer esos recuerdos en mi vida. Puedo evitar lugares, personas, cosas: irme de ellos. Pero no puedo irme de mí misma, y el peligro de la música es que saca lo que hay en mí. No me trae desde afuera, me saca desde dentro.

A pesar de que quiera evitar que las melodías me transfiguren, no puedo controlar todo lo que suena en el mundo; pero sí lo que suena en mi casa y lo que suena en las casas de las personas que me invitan, mis amigos, mis compañeros, etc. Pero no siempre existe esa aceptación que los bandasonoristas de la vida sentimos que es universal (acerca del poder de la música para insertarse en la existencia humana) y a veces nos toca comernos aquellas canciones que hemos enlistado como prohibidas.

Actitudes que hacen que con la Cintia digamos "ésos son los amigos po". Ésos son.

A saber, mi lista de prohibidos:
Metallica
Radiohead
La oreja de Van Gohg
U2
Coldplay
Piazzola
Tool
Tangos en general
Ceratti, no todas, pero casi

Porque un bandasonorista de la vida de tomo y lomo, jamás es masoquista y siempre siempre advierte sus debilidades.

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