15 de febrero de 2007

10 años. Categorías tristes

Creo que después de 10 años, ha llegado el momento de exteriorizar lo evidente y vivir un momento de sinceridad extrema en pos de la salud mental.

Era marzo de 1997 cuando descubrí que los granos que me salían en la cara no desaparecían como los de las otras chicas.

Pasó bastante tiempo antes de que me diera cuenta de que tenía una enfermedad a la piel: acné. Y dos años después empecé el primer tratamiento infructuoso de decenas.

Nunca lo hablé, nunca dije nada sobre cómo me sentía. Para mí el lenguaje es el que da vida a las cosas. Si no lo digo no existe del todo.

Ahora que tendré 23 años, se cumple una década desde que el flagelo de las bacterias se aferró a mi cara.

Fue algo muy malo, porque a los 13 yo estaba en mi mejor momento. Había llegado a un punto de "belleza", es decir, me encontraba linda. Era delgada, me veía bien, y por supuesto tremendamente inteligente y talentosa.

Era el tiempo de las fiestas, de conocer a los amigos de los amigos, etcétera. No recuerdo haber pensado que sería el fin de mi timidez, pero sí creo que era una evolución que iba a darse sola.

Nada de eso pasó. Por el contrario, me fui volviendo cada vez más y más tímida. Siempre lo fui, pero en ese momento en que debía superarlo, lo mantuve porque había perdido mi escaso momento de belleza. Y así hasta hoy, que estoy grandota ya.

A los 15 comencé con los tratamientos. Básicamente pastillas y cremas que no me hicieron absolutamente nada. No podía pagar los medicamentos en esa época.

Cuando entré a la universidad aproveché el sistema de salud y me atendí con excelentes médicos que me recetaron antibióticos.Parecía que iban a ser buenos años, y comencé a mejorar. Tuve momentos realmente buenos. Mucha gente que me conoció en esa época, nunca se hubiera imaginado que tenía una enfermedad a la piel.

Pero mi organismo agarra tolerancia rápido. Y cada vez se hacían necesarias dosis mayores para poder mantener los efectos. Entonces me cambiaron de tratamiento a uno que fue el mejor que hice.

Tanto así que el dermatólogo me dio de alta. ¡¡¡¡¡¡¡¡¡!!!!!!!!! Qué incompetencia.

No tuve ni dos semanas buenas después de dejar de consumir todo lo que consumía. Se vino la época más compleja de la universidad y debí trabajar cada vez más, por lo que fui postergando retornar al médico.

Y ahora no quiero mirarme la cara en las fotos.

Pero pensé que si lo decía en mi blog, a lo mejor iba a ser menos difícil enfrentar a la gente y eventualmente un paso más para ir abandonando esa vieja timidez.

Alguna gente que me conoce poco cree que soy una persona seria, o aburrida, fome, o enojona. O que si no quiero que me saquen fotos soy mala onda.

Yo sólo quiero que no me miren, y no tener que verlos y no hablar; y no tener que verme a mí misma después, sin maquillaje, en un montón de hermosas fotos a las que les quiero sacar el rostro.


También me gustaría cortarme el pelo. Pero no lo hago para que me tape la espalda. Estuve a punto de comprarme un traje de baño de señora de 80 años sólo para que no se me viera la espalda.

Y es una pena. Porque una persona tan talentosa e inteligente como yo, no debería encerrarse en su propio mundo. Muchas veces mi mamá me preguntó si no me sentía mal por tener acné, y siempre le dije que no, con mi tono de superioridad, con mi tono "yo estoy por encima de esas cosas". Pero no ha habido un solo día en estos 10 años, en que no haya deseado estar bien. Ni uno.

Quién sabe si en tres años dejo de ser una persona tímida y todos logran ver lo que sólo unos pocos alcanzan a visualizar de lo que les doy.

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