2 de febrero de 2008

Homenaje póstumo

Cuenta la leyenda que cuando chica tuve un perro, el Príncipe, supuesto dálmata que nunca tuvo manchas y cuyas orejas eran cafés y no negras, y que no duró mucho en la casa porque era enorme y yo no.

20 años después llegó a nuestra vida el Rufino, gato dorado-hermoso-guatita-babuchitas, que representa la figura de la primera mascota que hemos tenido como familia, pues la situación nunca permitió que antes pudiéramos hacernos cargo de una sexta criatura.

Todos amamos al Rufete (Rufus, Rufex, Rufetex, Rufualdo, Rufinosebastián, Gatitoricoteamo, etc), pero mucho más mi hermano y yo, que lo abrazamos y jugamos con él hasta el límite insano del cariño.

Este 16 de febrero celebramos su cumpleaños junto con el mío, pues designamos esta fecha para recordar aquel día de verano en el que llegó con su pata lastimada y ya no pudo abandonarnos porque no podía moverse. En dos semanas más se cumplirán 24 meses desde que está con nosotros, y ya es otro hermano. Así pasa con los animales. Se aparecen en la vida de uno de repente y te roban el corazón. Más el mío que es de piedra.

Yo le hablo y le cuento cosas y él se mete adentro del clóset y yo lo reto y me dice miau. Lentamente comienzan a formar parte del núcleo, y como cualquier otro miembro de la familia, algún día deben partir.

Es por eso que hoy recuerdo al querido Billy, a quien pude conocer en el ya remoto 2006 y en el más lejano aún Yumbel natal de mi wacha, con la energía y vitalidad de esos perros bravos, de esos amigos-hermanos protectores de la familia, un loquillo, un can desatado atemorizante para mí, pero fiel y compañero de todos sus queridos amores humanos.

Es por esa amistad que sin querer queriendo se ata a través de los años, que traigo esta memoria feliz de ese tiempo en que me tocó verlo, porque espero que ahora, que ha tenido que emprender un camino diferente y ya no está con nosotros, pueda recuperar ese entusiasmo por la vida y por el juego que supe que había perdido el último tiempo.

Hoy, sin las ataduras del cuerpo, sé que corre feliz en ese campo añorado y que sólo espera por el día del reencuentro, en este viaje con parada obligatoria en algún momento, que llamamos vida. En estos instantes precisos debe estar corriendo, destrozando pantuflas, espantando ladrones de algún sitio mejor, donde este envoltorio de huesos y carne ya no es importante. Importa sólo el espíritu y ése está nuevamente en libertad, al mismo tiempo que florece en los recuerdos de todos quienes lo vieron como un amigo y un hermano más.

Al perrito Billy dedico estas palabras simbolizando a todos quienes han perdido una mascota, porque es como si se fuera un miembro de la familia, un amigo de uno. Ojalá quede el consuelo de su bienestar y libertad ahora que ya no está enfermito donde quiera que su alma haya volado, y la certeza de que su recuerdo acompañará por siempre la historia de la familia que le abrió las puertas de su casa y de su corazón.

1 comentario:

patricio mujica dijo...

Tú conociste a esa bestia de cuatro patas y pasaporte del Averno que era nuestro Bobby. Te daba un miedo infinito, y yo entendía (aunque también decía que cómo no te va a parecer hermoso). Gentileza de mis hermanos, actualmente el registro de fotos acumula una decente cantidad de fotos del animal, desde que era pequeñito hasta poco tiempo antes de partir de casa y dejarlo al cuidado de no sabemos qué clase de gente.

A lo que voy es que, esta vez, nosotros nos fuimos. A que hubo que dejarlo y ahora no sabemos, a ciencia cierta, qué ha sido de él, pues no hemos tenido ocasión de ir a ver si todavía lo alimentan y lo cuidan en esa casa extraña que ahora es, esa casa antigua que antes era.

Acá en casa a casi todos nos da algo raro en el cuerpo (pero más en el espíritu) cuando recordamos al perro, y eso que todavía no hacemos medio año acá. Y a mí, en particular, me asaltan las mismas cuestiones, en forma de pregunta esta vez, que a ti, porque no sé si lo botaron, no sé si lo mataron, no sé si lo siguen cuidando. No sé si se murió de pena. No sé.

Y es triste no saberlo.

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