12 de septiembre de 2008

Gatuna

Yo tengo un gato. Es hermoso, lo adoro, es mi mascota, mi compañero, compartimos momentos juntos. Es mi gato, yo sé lo que le gusta, lo que no le gusta, la comida que hay que darle y sus mañas.

Por eso no me gusta que pelen a mi gato y me digan que es hediondo, que es feo, que está gordo o que es medio wevas. Porque es mi gato y yo lo quiero y los demás no tienen por qué conocer la relación de afecto que uno construye con su mascota.

Así es que cuando pelan a mi gato, no me queda otra que dejar en claro que de mi gato no se habla mal en mi presencia. Si quieren hablar mal de él cuando yo no esté, magnífico. Pero no en mi cara.

Y eso aplica para todos los gatos: el Rufino, la Dorita, la Lady (que era de mi abuela) e incluso algún gato medio tránsfuga al que le haya puesto orejas, pintado bigotes y colgado una cola del pantalón en una fiesta de disfraces donde me haya tocado hacer de gitana.

Hay cosas que se respetan y son sagradas. Pure it.

2 comentarios:

Martín dijo...

Y yo que pensé que hablabas de Rufino. Mi comentario inicial iba a ser: "De qué hablás? Quién va a ir a tu casa, a menos que sea tu mas ferviente enemigo, y se va a poner a criticar a tus mascotas? Eso acá no pasa" Lo escribo, para que sepás que a veces, solo a veces, la pifio!! jaja

Graciass!!

Y besos!!

Anónimo dijo...

y el canal dodnde muestran al gato aquel
?¿

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