2 de junio de 2010

Gracias, gracias, gracias

Por lo general perdemos el sentido y la satisfacción que nos brindan las cosas sencillas de la vida. Nos olvidamos de lo que significa encontrar alegría en lo más simple, en aquello que damos por sentado, que está todos los días, que existe porque existe y no reflexionamos acerca de su por qué o su cómo.

Afuera el frío está para cortar los huesos por la mitad. Es realmente extremo. Lo que hacemos es hablar del frío todo el día. ¿Cómo estás? Con frío. Weón, la cagó el frío culiao.

Todo el día es eso, el frío, el congelamiento que vivimos, la neblina que cayó sobre Santiago hace 3 noches y no se ha ido.

Yo odio el frío, odio el invierno, odio el color gris de las calles, odio andar con tanta ropa puesta y odio la lluvia. En esta época, en la que en años anteriores me recontracagué de frío, me acuerdo siempre de mis poetas estrella. Los de la calle (los pueden recordar acá y acá). Los que de verdad saben lo que es pasar frío porque a fin de cuentas viven en la suya.

Los recuerdo y me siento mal por ellos, porque en algún lugar de la ciudad están pasando este frío sin una estufa al lado.

Y los recuerdo porque los entiendo mucho. En mi vida nunca pasé hambre, pero puta que pasé frío. Sé lo que es tener frío absolutamente todo el día; sé lo que es no querer ir a acostarte por tener que sacarte la ropa, sé lo que es no querer levantarte para no congelarte, sé lo que es no poder moverte para no perder calor.

Y hoy, estando aquí, con un calor que me permite andar en polera porque no pienso apagar JAMÁS mi calefactor, sólo puedo sentirme muy agradecida. Ahora el frío para mí es una transición entre este lugar y cualquier otro lugar, pero no vive en mí.

Mis vecinos se la pasan reclamando por todas las weás que andan mal en el edificio. Las salas que no terminan de equiparse, los ascensores que pasan más malos que buenos, la lavandería que tiene pocas lavadoras, los citófonos que no funcionan... y la calefacción que la están arreglando. Yo no tengo ganas de sumarme a todas esas quejas que son verdaderas, porque para mí este hogar (temporal, probablemente, pero hogar al fin y al cabo) tiene todo lo que necesito: una cama MARAVILLOSA, una cocina para hacer papitas al gratín y leche asada, una ducha con la temperatura exacta y la presión correcta, una Doriwiwi que para las orejitas cada vez que llego y me saluda, y una aislación térmica que me mantiene caliente (ejaléeeee) gracias a un pequeño calefactor que compré mientras arreglan la calefacción central.

Me importa que arreglen todos los problemas, pero por ahora quiero simplemente disfrutar la perfección de este pequeño hogar donde, por primera vez en un mes de junio, Luisa no está pasando frío.

Gracias por el calor.

4 comentarios:

Noe dijo...

brindo por eso, Luisi! no podría estar más de acuerdo.

aprovecho que tocás el temita del frío -loco, es jodido el frío, pasar frío- y para todos tus lectores argentinos paso el teléfono de la Red Solidaria: 114 029 8061 (también pueden buscar la red en facebook). ¿Para qué?, dirán: si ven a alguien durmiendo en la calle, no pasen de largo amigos: si en ese momento no tienen algo para ofrecer, al menos hagan un llamadito a la Red solidaria, avisen dónde está esta persona que entre todos es más fácil ayudar. Si saben de algún vecino, conocido, alguien que dentro de su casa esté pasando frío porque no pudo pagar el gas, LO MISMO.
Si queremos que todo funcione mejor, empecemos por hacernos cargo.

¡Y QUÉ LINDA QUE ES LA ESTUFA!

Luisa Ballentine dijo...

Gracias por el dato, Noe! A ver si colaboran mis lectores de allende los Andes (incluso los que me leen desde la clandestinidad, jajajajajaja).

Que nadie pase frío.

Beso.

°°Janekeo°° dijo...

te apuesto que la Dorita está también muy agradecida.. porque acá Pepita no se quita de la estufa a parafina!

Luisa Ballentine dijo...

Está feliz la Doriwiwi, ya estaba feliz con el calientacamas, ahora está en éxtasis.

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