27 de diciembre de 2010

Porque las crónicas puntacanescas no paran

Como les comentaba en la última entrega, hacia la noche del segundo día fuimos a comer al restorán mexicano. La comida no nos sorprendió mucho, no estaba tan rica como hubiéramos esperado, pero bueno, igual lo pasamos bien conociendo esa parte del resort que estaba cruzando el café-bar.

Esa noche decidimos no ir a la disco, no sólo porque Carlos podría estar esperándome para hacerme suya; sino porque al otro día teníamos agendado un tour a Isla Saona que salía a las 7.45 AM desde el resort... entonces no daba ir trasnochado a la playa, noooo. La playa es sagrada.

Día 3: la playa es, en efecto, sagrada y maravillosa

Así nos sorprendió el tercer día, sábado, con mucho sueño y flojera de tener que levantarnos tan temprano. Fuimos a tomar su buen desayuno, aunque no fue tan contundente porque igual estábamos un poco atrasadas. Pasamos a recoger las toballas y partimos rumbo al bus que paraba en el lobby del resort. La consigna es: ley del menor esfuerzo y de eso, en Punta Cana, saben más que nadie.

Luego de pasar a buscar a otras personas de otros resorts, se presentó nuestro guía turístico, llamado Camilo, junto al chofer llamado (no me acuerdo) y al encargado de hacer el video del viaje llamado Pulpo (que se joteaba GROSERAMENTE a una guapísima rubia checa, de la República Checa) que posteriormente se vendería en 20 dólares (el video, no la checa) y que, de seguro, contiene imágenes MUY inapropiadas mías bailando merengue crotch to crotch con uno de los integrantes del catamarán gozador. Pero esperen... vamos por parte.

Cosa que Camilo era nuestro guía y, por ende, todos los integrantes del tour éramos la familia Camilo, más conocida como "mi hermosa familia, mai biutiful family", que era como nos decía Camilo cuando nos hablaba en plural.

Y ahí íbamos rumbo a Bayahibe para tomar el barco que nos llevaría a la super isla. En este viaje conocimos lo único que veríamos de este sector del país República Dominicana, pues después de esto no volvimos a salir del resort salvo para ir a la cueva (no se pierdan día 4).

Camilo nos contaba cosas típicas de los dominicanos y nos entregaba tristes datos del país, a saber que NO TIENEN AGUA POTABLE, ni siquiera los ricos. Los ricos tienen sistemas para purificar su agua, pero no hay red para el país. So sad.

Pero para serles sinceros, nosotros íbamos felices a la playa, así es que más que experimentar una tristeza que se disiparía en 2 minutos, no podíamos ayudar ni a sentir.

Recorrimos unas callecitas y parte de la carretera rumbo a Bayahibe y llegamos a un sector en el que, al bajarnos del bus, nos encontramos con la cantidad más grande en el universo de vendedores ambulantes. A saber con sombreros, bolsos de playa, poleras, puros, mamajuana, you name it.

Caminamos unos minutos muy breves y nos encontramos con una playa preciosa llena de lanchas de la gente que partía rumbo a Saona. Bayahibe es de ensueño, es hermoso.

Como sea, nos subíamos a las lanchas apenas. No sólo yo, sino todas las señoras pasadas en el peso que éramos la mayoría. Señoras. Y obesas. La lanchita nos llevó rumbo a Splish splash... nuestro catamarán, más conocido como el catamarán gozador, donde luego se desarrollarían todos los bailes al ritmo del merengue, bachata y reguetón, bailados no sólo chick to chick, sino como ya dije antes, crotch to crotch.

Hicimos el transbordo, siempre temiendo la muerte, piensen que a estas alturas ya estamos lejos de la costa y cualquier cosa puede pasar cuando un gran volumen es transferido de una superficie a otra.

Acá en el catamarán gozador, tipo 10 de la mañana, lo primero que se hizo presente fue el ron, más conocido como vitamina R por nuestros amorosos y morenísimos anfitriones. Yo, coca cola. No están los tiempos para emborracharse a las 10 AM, no, ni siquiera en vacaciones.

Y bueno, el reguetón, el mar caribe, la sabrosura, las coreografías a bordo... en resumen un carrete ideal para Luisa, que amenizó un viaje bastante largo, como de dos horas y media, quizás un toque más.

Luego de experimentar las danzas sexuales y de respectivas fotos de mi hermana en tales menesteres, incluyendo una con el capitán del catamarán gozador (ni qué decir los miles de saludos y meneitos de pecho a la cámara oficial del trip... de los cuales sé que algún día me arrepentiré), divisamos tierra firme y el humito que salía del almuerzo que ya nos estaba esperando.

El paisaje era TO DIE FOR, impresionante. Otra cosa que también era impresionante eran la cantidad y el tamaño de las libélulas que volaban a cada rato por encima de mi cabeza, obvio, y por las cuales yo sufría enormemente porque le tengo miedo a los insectos.

Tras escoger una reposera, comer (comida no muy buena, por cierto) ABSOLUTAMENTE MUERTA DE MIEDO (por las libélulas), tuve que saber meterme al agua como por dos horas, pues en el mar los malditos bichos no llegaban... Y acá es cuando se produjo mi chapoteo intenso y mis giros cual participante de nado sincronizado (pero boca arriba).

En esto estaba yo mientras mi hermana se hacía amiga de la familia chilena que iba en el tour con nosotros... PORQUE NUNCA FALTA UNA FAMILIA CHILENA ENTERA QUE VIAJA CONTIGO A DONDE SEA QUE VAYAS! Había también un matrimonio chileno y unos pololos a los que siempre les decían "ustedes están casados?" y la niña decía "no" con una cara de pena que ya se la pueden ir imaginando... y que llevaban como mil años juntos. O quizá esa parte me la imaginé. No sé. Me imaginé que llevaban 9 años juntos y él no le había pedido matrimonio. So sorry for her. Al menos en mi imaginación.

Yo, con mi autismo natural, estaba en mi chapoteo mágico disfrutando el agua mientras los demás buscaban estrellas de mar y peces (!? miedooo) y los encontraban... más miedo.

Cuando terminó esa parte del paseo nos subimos nuevamente a la lanchita, toda la familia Camilo, rumbo a una playa privada cuyo nombre no me acuerdo. Lo raja es que justo a mitad de camino entre Saona y playa privada sin nombre PALMILLAS!!! qué seca soy, Palmillas se llamaba, ahí al medio, se encontraba la piscina natural del mar caribe, esto es una elevación de arena AL MEDIO DEL MAR, CUANDO NO VES TIERRA POR NINGUNO DE LOS LADOS DE LOS PUNTOS CARDINALES, que permite que bajes y estés a un metro y medio de altura pasándolo lo más zorrón posible mientras los curahuillas siguen recibiendo ron desde las lanchas y algunos se sacan fotos con estrellas de mar (miedoooo) mientras otros simplemente gozan, como yo.

Y acá, a la niña soltera (la de los 9 años, remember?) como que le dio miedo bajar y cagó porque todos empezamos a pedirle que nos buscara las cámaras y nos sacara fotos, hahahahahahahaha. Después al final igual se metió, pero ya nos teníamos que ir.

Nos fuimos rumbo a la nueva playa y era bien hediondaaaa, pero era super linda. Y lo más bueno o más mejor era que no había bichos voladores gigantes. Lo que sí había y que yo no le creí a mi hermana, eran miles de millones de mosquitos (de los cuales conservo aún un regalo al que llamo FLOR DE PICADURA EN TODO LO QUE ES EL FLOTADOR DERECHO DE MI ESPALDA). Pero me gustó igual porque era bonito, aunque hediondito, y tenía muchas palmeras y yo me sentía en el cénit playero. Lo que para quienes somos playeros, es el equivalente a terminar de pintar la capilla sixtina para quienes son pintoreros.

Cuando terminó este paseo, regresamos a la lancha y desde ahí directo a Bayahibe. Llegamos y el agua estaba tibia, qué rico, pero no nos podíamos quedar ahí OUUUUUUUUU TRISTEZA. Empezamos a caminar de regreso al bus y acá fue cuando encontramos el oficio propinero (de propinas) más... inútil? ingenioso? juzguen ustedes: lavador de pies con arena a través de manguera que tiraba agua.

Nos subimos al bus todos mojados y de vuelta paramos en dos "museos" (la palabra ofende a los museos de verdad, de museos nada) el museo del tabaco y el de las piedras ¿preciosas? dominicanas, que eran dos galerías con cositos... más que nada una excusa para un pequeño mercado donde vendían todo tipo de souvenirs.

En fin, regreso al bus, regreso al resort, ya tipo 19.30 horas, cayendo la media tarde, acercándose la noche, las circunstancias ameritaban después del baño (en el que más arena nos salió de todo el viaje, hay que decir), su buena cena en el restorán bufé. Donde quiso la mala suerte (o el cupido con retardo mental que me asignó a mí el diosito) que me viera y acercáseme a conversar aquel joven de noble corazón latiendo por mí, Carlos, obvio, el que ya saben.

Que pol qué no había ido a la dihco, que él me había ehtao ehperando. Y yo ahí me la saqué como pude... y sí, se hace lo que se puede. Y desde ahí ya no pude volver a comer tranquila, sabiendo que los garzones se rotaban y que en cualquier momento ese portento enamorado de mi sensualidá, se me podía aparecer.

Y acá viene la parte en que mi hermana me abandona por la familia chilena y se va con ellos, que como eran más sociables igual era comprensible. Y yo, muerta muerta después del día de playa más intenso de all my life, a dormir... con la boca abierta probablemente, y un calor que te cagas; pero que a mí me encantaba porque me encanta el calor.

Ay, Punta Cana, cuánto te amé. Cuánto te amo. Cuánto te amaré.

Leer entrega 1.
Leer entrega 2.

2 comentarios:

patricio mujica dijo...

Yo amo estas cronicas, chica. Las amo. Y te amo a ti, chica, pero no como Carlos, porque tu eres mai biutiful family, tu sabe'?

:D



Y la palabra de verificacion de comentarios es: BOLEX. Jajajaja, bolex.

Luisa Ballentine dijo...

JAJAJAJAJAJA, bolex.

Qué bueno que alguien las lee, porque en verdad me demoro ene en escribirlas, jajajaja.

Tú tb eres mai biutiful family, Pato family. TE AMO, MI AMOLLLLL.

Harías las delicias de las negritas dominicanas, tienes que puro ir!! Propongo año nuevo en PUNTA CANA!! AHORA YAAA, ajajajjaja.

Oh, chiste cruel. En verdad me gustaría que fuera realidad.

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