13 de diciembre de 2010

Continuando con las crónicas puntacanescas

Día 2 (viernes, pa que nos vayamos ubicando)

Y bueno, así estábamos en el éxtasis máximo de la playa cuando llegó la mañana del segundo día. Fuimos a tomar desayuno y ahí empezamos a notar algunas miradas medio extrañas en los garzones... pero no sería sino hasta el almuerzo que sabríamos su origen.

Comimos todo tipo de cosas en el bufé. La verdad es que había de todo. Incluso yo me tuve que saber matricular con unos pancakes con syrup... PERO OBVIO, si estaban ahí a lo gringo, faltaba más. Había un sector de omelletes, batidos... no, si había de todo les digo. Yogur, panes de todos los tipos, pasteles, lo que quieran. Cereales, jamones, quesos. Pfff. No sé por qué la gente se queja de los restoranes bufé de los resorts.

Y bueno, yo comiendo mi yogur también, obvio, una vez terminado el desayuno regresamos a la pieza a descansar un rato más, porque igual nos teníamos que levantar temprano para alcanzar la hora del vreqfast.

Ahí vimos un poco de tele y luego de descansar y quedarnos dormidas varias veces en ese rato, me fui -y ojo que esta parte del relato me llena de mucho orgullo y me hinsha el pesho- al gimnasio... Sí, tal como lo leen. Me fui al gimnasio a hacer mis 30 minutos de elíptica recetados por personal trainer. Para que vean que estoy comprometida con esta causa, lento, pero seguro.

El gimnasio estaba bien equipado, aunque era pequeño. Había un personal trainer disponible: un negrazo guapo con un cuerpo joligudense. Pero él como que miraba no más y era medio cesante porque en todos los días que fui, nadie lo usó. Cada cual tenía muy claro a lo que iba y cómo usar las máquinas.

Tras mi super rutina, salí mojadísima (uuuh) porque hacía un caloooors de aquéllos. Y yo estaba feliz porque me encanta el calor. Llegué a la pieza diresto a ponerme todo lo que es el bikini para luego emprender rumbo a ustedes saben dónde, el mejor sitio del planeta: la playa.

Fuimos a buscar nuestras toballas y caminamos unos minutos hasta dar con ese oasis de perfección.

Ah! me salté un paso acá, antes del desayuno teníamos que ir a reunirnos con el tour operador que tenía un stand en la recepción, disque para coordinar el transfer de regreso. En realidad era para mostrarte muchos tours y que los compraras y darte algunos consejos tales como no exagerar el consumo de coco loco (ron, crema de coco y piña colada) para evitar, básicamente, el churrete. Porque es un trago laxante. Lo shoro es que lo hacían sin ron también y quedaba como un juguito ultra calórico y DELICIOSO que te cagas... (si tomas mucho, jajaja).

Compré un tour a la Isla Saona y otro a una discoteque en una cueva. Y al niño que me acosaba todo el día con el tour para nadar con delfines, al final lo dejé pagando.

Bueno. Regresando a la playa, nos instalamos ahí a ser inmensamente felices hasta que sucedió lo que sería la tónica de todos los días: a mi hermana le dio hambre, jajajaja. Lo que me da risa es que le daba hambre MUY temprano. Y como yo no tenía hambre teníamos que negociar para poder almorzar juntas a una hora adecuada.

Ese día fuimos al restorán que está en la playa misma. Y acá es donde aparece Carlos.

El sistema funciona así: te quedas en la entrada hasta que una chica te lleva a tu mesa y dejas tus cosas y vas a buscar comida (bufé). Luego cuando te sientas, un garzón te pregunta qué quieres tomar y luego pasa a cada rato a hacer el refill correspondiente.

Bueno, nos empezó a meter conversa uno de los garzones, yo en ese momento no reparé en su nombre. Nos preguntó cómo nos llámabamos y nosotras LO BUENA ONDA (cosa extraña para mí) no quisimos ser descorteses y le respondíamos piolamente. Y entonces nos dice: que bailan bien ustedes, les gusta bailar. Y nosotras eeehhh sí. Y ahí nos dijo que nos había visto la noche anterior en la disco, a donde van todos los garzones (o bueno, los que tienen ganas) y el team de animación looky looky. Y de ahí empezó a hablarme a mí no más. Lástima que por este medio no puedan escuchar mi super acento caribeño cuando escribo cosas como: "Luisa, tú va' a ir ehta noche a la dihco?".

Cuento corto, le di el corte al garzón. Pensé que tenía frenillos, pero no eran frenillos. Ojo que no le di el corte por los frenillos, nada que vers, pero es un dato muy importante para lo que sucederá el día domingo. Atentos.

Bueno, terminamos de comer, Carlos seguía con su "flilteo" jajaja; y nos regresamos a la playa. O quizás nos fuimos a la piscina, ya no recuerdo.

Esa tarde, tipo 17.00, el team de animación daba clases de baile al lado de la piscina. Tocó merengue. Una de las niñas se empezó a dar vueltas por la piscina para reclutar interesados. Mi hermana quería ir, yo no. Pero al final fuimos las dos. El profe me mandó poner adelante, obvio, porque desde ya sabía que yo era una estrella del dancing latino... (eso es mentira, pero es chistoso).

Y acá es donde nace "looky looky", frase que quienes son amigos de mi hermana y míos en FaceBook han visto mucho por estos días. Bueno, el profe hacía los pasos y había que seguirlo, pero primero él los mostraba y la idea era que nadie hiciera nada mientras él los mostraba. Y decía: "looky looky animación, no turista, no turista, animación" (nuevamente lamento que esta crónica no sea radial, sería una fiesta). De ahí que, para todo, usamos la frase.

Estando en la piscina (adentro) nadamos (yo a lo perrito, mi hermana caminó) hasta el bar Mojaito que está en la piscina (adentro). Nos sentamos y nos tomamos unos ricos jugos de piña colada.

Cuando ya nos aburrimos de shapotear como enfermas, regresamos a la pieza a bañarnos. Teníamos una cantidad de arena en todas partes MONUMENTAL, porque estuvimos haciendo nuestros giros característicos en la playa, al borde del agua, especialmente yo. Puta que lo pasaba la raja cuando me revolcaba en la orilla del mar... y por revolcaba me refiero a revolcaba literalmente, no coshinamente con Carlos, no, eso no. Sino que rotaba como una ballena varada, hahahaha.

Bueno, la rutina siguió con vestirnos guapas y emprender rumbo a cenar, muy temprano, jajaja, porque el agua igual da hambre y habíamos almorzado como a las 2. Habíamos reservado en el restorán mexicano para probarlo. Les cuento, en el resort había 3 restoranes de especialidad (mexicano, japonés e internacional) para los que se reservaba en la mañana (igual eran gratis, pero pequeños, por eso la necesidad de reserva). En fin. Comimos cosas no tan ricas como en los bufés y ahora me tengo que ir urgente a una reunión para la que ya estoy atrasada!! Todo por contarles mis aventuras.

Pronto continuaremos. No se pierdan el especial de fotos.

Leer la entrega 1.
Leer la entrega 3.

No hay comentarios.:

Relacionados

Blog Widget by LinkWithin