14 de junio de 2009

Reflexiones sobre la gestión teatral (a propósito de que el viernes me suspendieron la función y hacía mucho frío)

El viernes me tocó la triste realidad de presenciar la suspensión de la función de una obra de teatro. ¿El motivo? Falta de público. Éramos apenas cuatro personas y más encima todas invitadas, yo iba a grabar y a verla para escribir un comentario, pero tendré que regresar otro día al parecer.

Conversando con algunas personas, me han señalado que muchas compañías de teatro no tienen la capacidad de gestionarse por falta de herramientas relativas al manejo de negocios. Es una posibilidad que a mí me convence bastante.

El teatro es una actividad de muchos. Para bien o para mal. Hay un grupo de gente involucrada de la que no se puede prescindir. En el más extremo de los casos son como mínimo dos personas. Un director que sea técnico y un actor. Siendo frugales al extremo.

Esta realidad de equipo hace que la actividad requiera una rentabilidad del doble de cualquier otra que puede desarrollarse en solitario, pues debe alcanzar para dos personas y no una.

¿Por qué el teatro nacional no puede conseguir esta meta?

Personalmente creo que la falta de una industria teatral juega en contra. En Chile podemos decir que hay una industria del cine y una del libro (pequeña, pero existente), mientras que en teatro no hay industria. Hay quizás un mercado, un movimiento, pero no una industria. Sin industria no se puede generar una cadena de ingresos permanente porque cada esfuerzo nuevo implica una aventura desconocida que no sabe cómo reaccionará el pequeño mercado.

Pero los responsables de que no haya industria son los mismos integrantes de la familia teatral. Su capacidad de gestión es escasa, eso debemos reconocerlo, tan escasa como la de la mayoría de las artistas, con la diferencia de que en las otras artes que no son escénicas, el producto es de largo aliento. Podemos invertir mucho dinero en una película y esa película es de una vez y para siempre. Si le va bien generará ganancias por los siglos de los siglos gracias al pago de derechos. Lo mismo los libros. El teatro no.

Incluso con una obra exitosa bajo el brazo, su reposición siempre requerirá nuevos recursos, aunque sean únicamente para pagar la luz del teatro, siempre hay gastos nuevos generados en el momento de la reposición. No es un formato reproducible.

Pero aún así, con todas estas realidades, nos encontramos con aquellos éxitos. Esas obras que lo lograron. Y por el hecho de existir obras que lo han logrado, quiere decir que se puede. No hay caso con esta afirmación. Si uno pudo, es porque se puede. Y los que dicen que no se puede es porque ellos no pudieron.

Mi conclusión es que el que no pudo lograrlo hizo algo mal. Es así. Los negocios no son matemáticos ni tienen exactitud, pero es muy poco probable que si yo replico el modelo de McDonald's en mi negocio de hamburguesas, me vaya mal. Si me va mal es porque lo repliqué mal. Pero si sigo todas las pautas elementales, me tiene que ir bien.

Me tocó encontrarme hace poco con el director de una compañía de la que comenté su obra y me decía que se habían asesorado por unas personas por aquí por allá, que habían seguido el modelo de un montaje al que le fue filete el año pasado, y aún así habían tenido en promedio 10 personas por función. Comencé a indagar en todo el proceso previo y en la apropiación del modelo de la obra exitosa y descubrí que en esencia no se habían guiado por él.

La obra exitosa estaba en un gran teatro, la de ellos no; la obra exitosa tenía publicidad en TV, la ellos no; la obra exitosa había pre-vendido funciones a colegios, la de ellos no. En resumen, tenían el modelo, pero lo habían "adaptado" cambiando cosas que no podían pagar, pero esperaban el mismo resultado.

Es como si pusiera mi McDonald's en un lugar muy alejado porque es barato el arriendo, comprara carne de cerdo porque es más económica y no pagara publicidad en TV y sólo hiciera flyers.

Eso es un modelo nuevo mío esperando ser exitoso. Eso no es copiar la fórmula. Por algo son fórmulas. Es como cuando la madre cambia la receta porque los ingredientes son caros o no hay en este país y después se extraña porque el postre quedó malo.

Los gestores teatrales incipientes, aquéllos que están apostando por esta carrera a largo plazo, tienen dos tareas por delante. Una, estudiar modelos exitosos. Si no pueden aplicarlos aún porque son caros (lo suelen ser), deben aspirar a ellos y trazar un plan para conseguirlos, pero mientras tanto no pueden hacer las cosas a medias y decepcionarse porque no logran esos resultados. Este punto se puede reemplazar por un alto nivel de creatividad publicitaria que les permita dar con el palo al gato y hacer de una obra un hit; pero como esos casos son aún más raros, yo prefiero ir por los modelos consolidados.

En segundo lugar, estudiar la disciplina económica y la generación de negocios lucrativos. Es decir, quisieron ser actores o directores o productores, lo que sea, o vienen de otras carreras, y para eso entendieron que debían estudiar. Muchos pensaron que sus ganas de hacer teatro no eran suficientes y decidieron estudiar 5 años una carrera y 7 en el caso de los directores que hacen la especialidad.

Si pensaron eso del teatro, ¿por qué no piensan que con desear hacer dinero no basta? Hay que saber hacerlo. Y esto se estudia. Se puede estudiar en la universidad o en la vida. Los que ya fueron a la universidad 5 años, no regresen, estudien en la vida, pero háganlo.

Si la generalidad de las personas piensa que las artes no son una carrera lucrativa es por algo. No es un mito urbano. Cuesta financiar el teatro y mucho más lucrar con él.

En literatura hay modelos exitosos para escribir y editar libros. La gente los copia. Por ejemplo, se sabe que un autoayuda puede ser un best-seller. Toman un ejemplo, lo replican y todos esos libros son iguales, pero con algún diferenciador. Y así se hacen fortunas.

Quienes escriben best-sellers no son grandes escritores, son grandes vendedores. Ser vendedor es la primera clave para generar recursos. Desde la realidad de tener que vendernos a nosotros mismos a través de un currículo, sabemos que no estamos exentos de este fenómeno. El punto ahora es cómo profesionalizar la adquisición de recursos a través de modelos financieros rentables en cultura.

Estudiando. Pero no sólo gestión cultural, sino gestión general. Cómo se usa el dinero, cómo se genera, de dónde viene. Por qué a una compañía le conviene más ser una sociedad que una corporación. Por qué es importante tener un sitio web de verdad, con dominio y diseño personalizado, y no una página .tk o un wordpress.

Por tratar a las artes de manera especial, como el alimento para el alma y bla bla bla, lo que hemos conseguido es hacerlas un hobbie. No una profesión digna y lucrativa. Y por lucrativa quiero decir que sea suficiente para pagar gastos básicos y para cumplir sueños materiales, que no está mal tenerlos.

A la mayoría le da miedo "rebajar" el estatus tan elevado de las artes al barro nauseabundo en que se mueven el resto de las profesiones y que permite a quienes las detentan mantener vidas independientes.

El lograr que una obra consiga todos sus objetivos es cosa de planificación de negocios, tal como uno hace cuando pone una empresa. A los objetivos artísticos debe sumar los económicos, así como se hace una dirección de actores, se debe hacer una ejecución y un plan para conseguir recursos. Quienes no quieran enfrentar esta realidad social deben asumir el teatro como un hobbie o como una actividad para el alma por la que las personas no están dispuestas a pagar.

Seamos honestos, por algo se cobra una entrada. Si fuera gratis se entendería que no buscaran estos objetivos. Pero al cobrar una entrada, como mínimo se desean recuperar los costos de inversión y tener dinero al final para comprar una pizza y una coca para el equipo (como mínimo), y eso convierte a la obra en un producto. En la sociedad de libre mercado está establecido que se paga por productos o servicios. Por lo tanto mientras el teatro no se vea a sí mismo como tal y no entienda que debe venderse bajo leyes de competencia donde debe, por ejemplo, complementarse con la industria del ocio y el entretenimiento en su totalidad y ofrecer algo más que sus competidores, no tiene mucho que hacer ni mucho que reclamar respecto de por qué la gente no va o por qué todos los que vamos vamos gratis. Yo soy prensa y la prensa siempre que tiene que ir gratis, eso no se cuestiona :P.

Yo intenté el mundo de la gestión teatral y fue un desastre con mayúsculas porque no entendía estos conceptos. Ahora me dedico únicamente a la gestión empresarial, pero aprendí mi lección, que es lo importante.

Otro punto a destacar es que, como podrán constatar, en ningún momento hablo de la "calidad" del producto. Esto se debe a que, primero, la calidad no es garantía de nada (ya saben que científicamente la Pepsi es mejor que la Coca-Cola... y sin embargo ¿cuál es la más vendida?); y, segundo, la calidad es objeto de otros análisis que dejo más en el lado artístico, lo que me interesa es recalcar que cualquier producto, más allá de si es "bueno" o "malo" puede ser insertado comercialmente con la estrategia adecuada. Piensen en Google y su sistema de correo Gmail que abajito dice "beta", desde que salió hace años lo dice. Para Google su Gmail no está terminado, está siempre en proceso de mejora, lo que no puede fallar es su estrategia de penetración comercial. No importa cómo está el producto.

Piensen en Windows Vista, una mierda de sistema operativo que yo uso, por ejemplo, porque me venden los PC así y me da mucha pereza buscar a alguien que me lo cambie a XP. El modelo de venta es lo que funciona, no la calidad del producto.

Ojo, esto es extremo, obviamente queremos que se realicen productos de calidad, mi punto es que el "fracaso" en taquilla de una obra no debe ser atribuido a su calidad, pues buenas y malas obras han tenido poco público, así como buenas y malas obras han sido exitazos. En ese sentido no es una responsabilidad artística de la compañía y por lo general ellos lo saben. A mí me llegan pidiendo siempre difusión urgente, hacer comentarios porque nadie va... En el fondo siempre lo saben. La mala publicidad es la culpable. Y si lo saben y no hacen nada para remediarlo, están peor que cuando no sabían.

Pero acaso ¿alguien del teatro escribe mails para pedir consejos de negocios? No. Me llegan amigos de mis hermanos, alumnos y el proyecto 2009 está en plena marcha con nuevas perspectivas porque hay hambre de dominar las finanzas. Pero no de las artes.

Los artistas ariscan la nariz cuando escuchan hablar de plata. Cierran los ojos, se hacen a un lado y cuando uno sale con ellos los tiene que escuchar quejarse porque en Chile la gente prefiere ver tele a ver teatro. Le hacen asco a la plata como si el pan que ellos compran estuviera bendito por el hecho de que tuvieron que juntar las monedas toda la semana para conseguirlo. Es el mismo pan. Es el mismo precio a pagar, sólo que algunos hacen el dinero suficiente para comprarlo a diario... y otros no. El que les cueste más no lo hace más valioso.

Son como avestruces con la cara bajo la tierra. Mientras todas las disciplinas crecen, las obras se siguen representando en casas acondicionadas o galpones con graderías sin respaldos.

Lo que me molesta es que una y otra vez vuelven a cometer los mismos errores. No aprenden. Eso es lo que más me molesta. Porque cagarla la primera vez y en grande está buenísimo, lo digo yo que me mando siempre grandes cagadas en mis emprendimientos, pero a la segunda hay que darle al blanco. No puede ser de otro modo.

No hay recursos en el mundo para financiar una actividad que una y otra vez cae en el mismo pozo de la autocompasión y la falta de disciplina organizacional económica.

Simplemente no hay. No hay papitos eternos para financiar hobbies ni mamitas buena onda que lleven el almuerzo todos los días porque la guagua no puede comprarlos. Es momento de hacerse hombres y mujeres de teatro y comportarse a la altura de una disciplina hermosa que merece que se haga un esfuerzo de planificación serio y un estatus comercial digno para cumplir el objetivo primario y más digno: ser vistos por la mayor cantidad de gente posible.

Y todo esto es compatible con hacer funciones gratuitas en los sectores desposeídos de la sociedad. No confundir una cosa con otra. El hacer del teatro una actividad altamente rentable no significa que deba obviar su objetivo social. El punto es no hacer caridad para los ricos como se hace ahora cuando se regalan entradas en la puerta por la desesperación de que no hay nadie esperando para entrar.

3 comentarios:

Lucila dijo...

Jajaja, tenía que ser la única que comente este post.

La verdad es que mi acercamiento al panorama teatral chileno fue fugaz (la que ya sabemos), pero creo que en varios puntos lo que pasa acá es hiper similar.

El problema es, parafraseando a un productor, que en el teatro se hace mucho y se piensa poco. Se tiene la fantasía de que las papas se pueden salvar con buena voluntad y sobre la marcha. Hay un vacío educacional enorme, que encima se complejiza y agrava por un círculo vicioso en el que está involucrado, entre otros, el dinero.

Son contadas con los dedos de la mano las obras del circuito independiente (porque de esas estamos hablando, no?) que hacen un planeamiento de costos exhaustivo, un planeamiento de proceso artístico, de trabajo de difusión, de determinación de públicos ideales receptores de la obra (y no hablo de cantidades, hablo de lo que se llamaría ''marketing'' en los negocios) Los resultados obviamente no van a ser los de un negocio si se encara al proyecto como una suma de voluntades desorganizadas y sin objetivos artísticos, materiales y sociales claros.

Por otro lado, es una cadena de vicios el tema de la formación. Los teatristas suelen largarse a trabajan con poquísimas herramientas, lo que hace a la calidad del espectáculo (y la calidad, con excepción del teatro comercial que hace un producto televisivo, en el sentido de que está hecho para venderse al público más numeroso que es el que no se siente identificado con el teatro, porque el teatro está alejado del grueso de la gente hace mucho). Ahí los recursos comienzan a escasear, la formación se hace más inaccesible aún, y los actores o creativos no crecen. ¿Cómo puede ser que un realizador de teatro no vaya seguido a ver obras, que haya leído a un par de autores, que no sepa quién es Brecht, quién es Peter Brook, quién es Meyerhold? ¿Cómo puede ser que los actores que dicen que quieren poder vivir de esto, ante cualquiera de estos tres nombres o similares esbozan un gesto de estupefacción como si hubiese mencionado al ministro del interior de la isla de Java?

Desde la educación formal también creo que hay un bache ENORME, y que es bochornoso que no se haya hecho algo al respecto, desde las escuelas públicas. El Estado además financia (por lo menos acá) con miles y miles de subsidios a obras que no llegan a completar el mínimo de funciones requeridas por estos organismos.

Son recursos materiales y humanos derrochados permanentemente en proyectos que no llegan a puerto. Los teatristas se mandan a ''hacer obras'' con una inmediatez medio suicida, sin darse (darnos) cuenta de que las cosas demandan análisis, meditación, trabajo, de lo que hoy por hoy los actores y pocos creativos se pueden hacer cargo por falta de herramientas, y que no quieren delegar a productores porque ''traicionarían la naturaleza artística del proyecto''

Yo creo que los que estamos en esta disciplina tenemos que hacer una fortísima autocrítica. Hacemos una labor que puede llegar a lugares maravillosos, pero hemos sabido ganarnos la apatía del público por no respetar nuestro trabajo como tal, y la del Estado por no hacer valer como corresponde los espacios de formación y de defensa de ellos.

Creo, obvio, en proyectos no profesionales, pero por eso hablo justamente de planear objetivos con anticipación y no confundirse en el camino las ganas de hacer algo con unos locos lindos que me caen muy bien con un proyecto profesional.

Fiuuuuu, me fui al coño escribiendo, pero quería acompañar la moción.

(Leé también que me gustaría que nos pongamos de acuerdo sobre muchas cosas, que, creo, pensamos de manera similar después de este año de haber aprendido BOCHA a los palazos)

Beso.

Luisa Ballentine dijo...

Concuerdo contigo, desde luego, y más aún porque estás ahí y perteneces al ambiente del que estamos hablando.

Quizás el tiempo que demanda la preparación del "producto" teatral (que puede ser más largo que lo que me toma a mí armar una propuesta pa un sitio web) pueda ser lo que aleja a algunos del trabajo, para nosotros imprescindible, que significa hacer un plan en toda su extensión artística y de negocios, pues eso haría todo más largo aún.

Sin embargo, el no hacerlo es un error que se paga caro porque después pasan las cosas que hemos descrito. Cuando entedemos que no importa la naturaleza del producto (si es grande, chico, si son 3 funciones o 12, si es sólo para la facultad o quiero irme de gira con él) sino que siempre se lo debe tratar con respeto por el trabajo propio que ahí allí y por el público al que queremos llegar, tendríamos menos compañías saltándose el proceso y más gente estudiando.

La educación es un desastre en todos lados, lo sabemos. Lo que quizás diferencia a las artes de otros ámbitos profesionales es que son muy pocos los que se dan cuenta de que tienen que ir más allá de lo que aprendieron en las aulas. En las otras profesiones, cuando empezamos a emprender por ejemplo, nos damos cuenta más rápido. Nos mandamos nuestras cagadas, pero es muy poco el tiempo que pasa entre los errores cometidos y la constatación de que debemos tomar un cursito o asesorarnos o leer unos 10 libros de finanzas.

En las artes eso se poco, en general. Un pintor no toma cursos de marketing para vender sus cuadros, y acá es mucho más evidente el tema de "venta" que en el teatro, y ya ves que tampoco se estudia.

Y acá es importante, desde mi punto de vista, recalcar que no es necesario invertir recursos. Pongo el énfasis en "invertir" porque si alguien los tiene, créeme que lo que te puede costar un curso de 5 clases de plan de negocios y marketing es mucho menos de lo que eso te rentabilizará cuando lo apliques en la obra vista como un emprendimiento (y entendiendo emprendimiento como una actividad que te apasiona, a la que le dedicas muchas veces 24 horas del día y que es como un hijo... no una empresa cochina que toca el diablo). Pero para quienes no tienen el dinero, los recursos gratuitos disponibles son MILLONES.

Pero claro, implica descargarse unos cuantos libros en PDF y que el culo se te duerma leyéndolos frente al pc porque no siempre hay dinero extra para imprimirlos.

Sin embargo, el que quiere puede. Y se aprende mucho. Yo aplico eso en muchas áreas y estoy acá leyendo por horas en paralelo que trabajo. Y los ojos se te hacen chiquitos y el culo se te duerme, pero no importa. Se supone que uno tiene un objetivo mayor y está dispuesto a luchar por él. Lo cierto es que no muchos están dispuestos.

La clave está en aplicarse en estas dos cosas: educarse (para lo que no necesariamente necesitamos plata, tenemos internet y eso es todo lo que se requiere, créeme) y entender que la naturaleza del producto teatral, si bien es un arte, no debe ser tratada diferente de lo que haríamos para un negocio, pues en ese caso es ridículo esperar que conlleve ingresos.

Ahora, al conjugar la estrategia comercial con la artística, estamos alcanzando el ideal, pero desde el punto de vista estratégico, la calidad siempre es lo de menos. Es un dato un poco feo, pero real, y quien lo domine tiene más posibilidades de conseguir que su profesión haga por él lo que se supone debe hacer: darnos un motivo para vivir y brindarnos un existencia digna de ser vivida donde por lo menos podamos ir a tomarnos un café cada cierto tiempo con los amigos sin contar las monedas una por una.

Y si alguien qusiera hacerse rico, también podría hacerlo. No hay que asustarse, sólo hay que tener claro los objetivos y trazar el plan.

Besurro!

Noe dijo...

es verdad, un espectáculo es una oferta ante todo, y como tal, debe ser trabajada en pos de convocar espectadores.

también es cierto, Luisi, esto que decís de la baja calidad artística (artística, no espectacular) que terminan por tener estas obras conjugadas con estrategias comerciales. Y ahí entramos en conflicto.
estoy sumamente a favor de poder llevar una vida económica estable laburando desde el arte. es mi meta y sé que encontraré la forma de desarrollarla. pero siempre respetando aquello que me complete a nivel artístico, y ético.

coincidiendo con las dos Lu: esto va más allá del teatro. Hay grandes focos descompuestos a nivel social. y el primero y más importante es la educación.

los medios de comunicación masivo (la televisión especialmente, claro) ayudan cada vez más a la ruina de todo hecho artístico.

Hubo una época en donde la televisión se alimentaba del teatro. Hoy el teatro (el comercial, el que convoca) se alimenta de la televisión. Y entramos en un circulo de patetismo insoportable, donde tres galancetes de cuarta (que jamás han estudiado nada) actúan en un teatro importante y con localidades agotadas.
O caemos en la NECESIDAD de una figura televisiva convocante. Y así un muchacho bonito es Hamlet y brindemos si acaso leyó más de dos obras de Shakespeare.
A lo que voy: esto es lo que sucede. Y uno tiene dos opciones: o enojarse y putear la vida, o laburar desde otro plano.

Yo creo en el teatro más que como una oferta de entretenimiento. El teatro es una herramienta para la educación, para la reflexión. Que sí, debe ser atractiva, sin dudas. Pero más importante es que sea comprometida con la verdad.

Aún así, necesitamos espectadores, ¿no?. Pues bien. Es necesario ponerse a laburar en pos de equilibrar estas dos aristas. Y tener paciencia, porque el arte no nace como negocio, pero si se trabaja en profundidad, trae sus frutos, siempre.

Y todo aquel trabajo hecho en profundidad deja de ser hobby.

Acá el tema está en decidir qué priorizar. A mí no me copa para nada la idea de juntar monedas para pagar un café. Pero tampoco armar una obra en tres meses porque quiero dinero.

el arte exige paciencia.

les agradezco a las dos sus exposiciones, porque aprendo muchísimo,muchachas.

las quiero.

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